jueves, 11 de diciembre de 2008

Y EL TIPO SE SENTÓ Y SE CORTÓ LA MANO

El trabajo de "y el tipo se sentó y se cortó la mano" surge de una actividad, en el Taller Literario Kapasulino, de escribir un texto que contenga esa frase.
Algunos de los trabajo que surgieron de este tema son:

Y el tipo se sentó y se cortó la mano. (por NOELIA)

Cada uno tiene una historia para contar.
Las personas desahogan sus recuerdos,
y así, sucesivamente, el mundo no deja de rotar.
Como vos seguís trabajando, el seguía pensando.
Unos siguen soñando, y el seguía sufriendo.
Escribiendo expresaba los pesares.
Relatando, se encontraba de cara con las verdades.
Por mucho que se intente ocultarlas,
ellas derrotan en una inútil batalla. ¿Quién va a dejar de pelear?


Era el contra el papel y la lapicera
Era en realidad el mismo contra su cabeza.
E ver… ¿quién nos quiere ver sufrir? Estamos rodeados de soldados traidores.
Hasta que empezó detalladamente a recordar,
para justificar su accionar.
El corazón encabeza la lista irremediablemente.
El cerebro, los músculos obedientes y serviciales.
…el brazo…
y la mano.
Orgullosos todos ellos de su dolor,
desgraciados agradecidos de la necesidad humana.
Pero no les dio el gusto ni una vez más,
porque el dolor fue insoportable y no lo dejo seguir,
porque era un impulso diario que lo desalentaba a vivir.
Porque apostó a salir adelante…
- El tipo, se sentó, y se cortó la mano.



El estúpido (por LISANDRO)

Adalberto era un hombre gordo, petizo y de bigotes, nunca conoció el contacto físico con una mujer. Era un tipo muy charlatán, le gustaba reírse de los demás (de sana manera). Compartía la mayor parte de su tiempo con su familia y amigos. A pesar de ser tan querido por su gente, era burlado también por el mismo círculo de relación.
Adalberto era tosco, bruto, despistado y hasta inútil para entender y hacer las cosas. Si le explicaban algo se lo tenían que repetir dos, tres y hasta cuatro veces para responder bien a los pedidos que le hacían. Era cortito para entender las cosas. Su manera de ser y de actuar le dieron el apodo de: “el gordo inútil”, “el pelado corto” o “el bigotudo despistado”.
Una vez, cuando tenias dieciséis años, su madre Hersilia lo mandó a comprar tres kilos de naranjas para exprimir. Él fue a la verdulería de Doña Cristina, la cual era una vieja re arpía, re yegua y re sin vergüenza con los clientes, por eso no iba nadie a comprarle. Volviendo a la historia, Adalberto entró al negocio y tomó tres kilos de naranjas, pero las naranjas de ombligo, las más secas. En aquel tiempo el kilo del cítrico costaba un peso con cincuenta centavos, su madre le había dado diez pesos y quería cinco pesos con cincuenta de vuelto. Como Doña Cristina conocía la ingenuidad e inocencia del pobrecito, le dijo que el kilo de naranjas salía dos pesos, pero había una promoción de tres kilos a sólo nueve pesos con noventa y nueve centavos. Claro, la vieja le miró el billete que el chico llevaba consigo mismo, y logró estafarlo. Adalberto al escuchar la palabra “promoción”, sin dudas hizo caso. Entregó el dinero y se quedó esperando el vuelto. Doña Cristina a punto de largar la carcajada, le da el vuelto de cincuenta pesos, pero viejos, de hace cuatro décadas atrás.
El chico contento con las frutas y el billete, llega a su casa, le entrega el pedido más el cambió a su madre, la cual al ver que tenía un billete viejo y que las naranjas eran de ombligo se dirigió con el palo de amasar a la verdulería. Cansada de que se burlen de su hijo se dispuso a romper en defensa de él, las estanterías, la mercadería, la balanza y hasta la cabeza de Doña Cristina; así aprenderá la vieja. Hersilia llegó a su casa enfurecida y también le partió el palo por la cabeza a su hijo estafado, por ser tan idiota.
Otra vez, cuando Adalberto tenía treinta y dos años, su tío Carlos le dio por encargue una silla de ruedas para la abuela Aurora. Adalberto tomó trescientos pesos y encaminó hasta “La casa de los discapacitados”, un negocio que vendía utilería para personas con distintas condiciones. Resultó ser, que no había más sillas de rueda, entonces el hombre recorrió todo el centro comercial hasta que encontró una y la compró. Muy contento estaba él, ya que solo gasto ciento cincuenta pesos y tenía vuelto para devolver a su tío.
Llegó a casa de su abuela, Carlos se había ido, sólo se encontraba la viejita que estaba recostada... Era de fea, toda canosa, llena de verrugas, era tan flaca, y tan chiquita chiquita que pesaba como una pluma. Ah... me olvidaba, también le faltaba un diente. Aurora le pidió a su nieto que la sacara a pasear, el día estaba espectacular y hacía dos semanas que la vieja no salía de su casa porque se le había roto su único medio de transporte o medio de movilidad podría decir. Adalberto levantó a su abuela de la cama, la sentó en la silla y salió rumbo a la plaza, o al parque, no sé dónde, pero salieron de paseo.
Volvió al anochecer a la casa de su abuela. Se encontraba su tío y sus tres primos. Los visitantes miraron enfurecidos a Adalberto. Él hizo una seña con su mano, como queriendo preguntar qué pasaba. Uno de sus primos, el dientón y colorado señaló a su abuela. Adalberto la miró y observó a los presentes. Su tío se acercó y lo tomó por la oreja:
- Grandote inútil, ¿no ves a la abuela?.
- Sí, acá está. (No entendía nada.)
- ¿Qué te mandé a comprar yo?.
- Una silla de rueda tío. (La señaló, y cuando vuelve a mirar a Aurora, notó que la vieja seguía sentada, pero no en la silla de ruedas, sino en un cochecito para bebé de color azul con fucsia.)
- ¿No te diste cuenta inservible?.
- No tío, te juro que no. Pero bueno, la abuela entra bien, ¿viste?. Yo quise traer algo barato y cómodo, y traje esto pensando que era aquello que me pediste. (Mira a la vieja). Abuela, ¿por qué no me lo dijo antes?.
- ¿Qué te diga qué?.
- Lo de la silla... digo el coche que te compré.
- ¿Cuál?... Ah, yo me siento cómoda con esta silla, pero para la próxima compren algo más amplio.
El tío Carlos salió a correr al pobre inútil y le pego de tal manera que quedó internado por cuatro meses.
Fueron tantas cagadas que se mandaba Adalberto durante su vida, la cual la última le llevó a tomar una drástica decisión.
Al finalizar un almuerzo en el campo de su mejor amigo Norberto, este último le propuso recorrer las hectáreas de su propiedad a caballo. Su amigo tenía veintiocho caballos, ochos eran marrones, diez eran negros, nueve eran blancos y uno era gris:
- Bueno Adalberto, elegí uno y vallamos a pasear. Yo voy a preparar a mi preferido “nube negra”. Es el mejor y más dócil de todos. Vos agarra ese blanco que esta al lado del caballo gris, es muy tranquilo y pachorriento.
Como Norberto conocía las dotaciones de Adalberto le advirtió:
- No se te ocurra agarrar el caballo gris, es traicionero, y si no te conoce se pensará que lo vas a atacar. ¿Entendido?.
- Sí Norber, quedate tranquilo.
- Bueno monta el blanco, así practicas y le tomas la mano, yo ya vuelvo.
Norberto se fue, Adalberto se subió al caballo... Pero al caballo gris. Le tiró de las crines y el animal disparó hacía el medio del campo. El tipo no podía frenarlo, el potrillo se paró con las dos patas traseras, lo que logró que su montador termine estropeado en el suelo. Se levantó y fue, como pudo, hasta un molino cercano y abandonado. Le dolía todo el cuerpo. Se sentó sobre el piso, tomo un hacha que estaba tirada al lado de él y la acariciaba, en estado de shock se quedó pensando en el transcurso de toda su vida, en como era de inútil, inservible, como lo maltrataban, se sentía un fracasado. Sus pensamientos desvanecieron porque el dolor de su mano derecha empeoraba y empeoraba. Entonces, para si mismo pensó. “Y si me corto la mano derecha, no sufriré más de este dolor, y no me la haré curar, además me faltará la mano a la cual le doy más utilidad. No me van a pedir más favores, ni exigirme cosas, se apiadarán de mí, y no recibiré maltratos porque no tendré la mano mas útil... La mano derecha. ¡Que ocurrencia la del hombre!.
Contento con su decisión, tomó el hacha, con sumo esfuerzo se deslizo hasta un banco y una mesa de troncos de árboles, entonces el tipo se sentó y se cortó la mano... Pero la mano izquierda.






UN TIPO DE MORAL (por CARLA)

Esta es la historia de “el tipo”. Le decían así porque nunca nadie supo su nombre, ni de donde venía, ni quien era. Solo que era un buen hombre, de muchos principios, admirado en el pueblo.
Los que lo trataban solo conocían ese momento del tipo, ni más ni menos, ni pasado ni futuro, solo el presente. Un presente intachable.
Entonces, esto es en realidad un fragmento en la vida de él, el fragmento que yo conocí.
Lo que ocurrió, relato que se pasó de generación en generación, como la anécdota de un pueblo perdido en el mapa, sucedió en el bar donde yo era cantinera:
A las 8 de la noche, puntual, entró “el tipo”, el hombre, que aunque parezca raro, era el mas respetado por no tener historia. Se tomo una, dos, tres copas de Gin Tonic y un vaso de vino. Conversaba con los otros clientes cuando enfurecido abrió la puerta Juanete, el enano del circo que hacia dos semanas se encontraba en el pueblo.
- ¡Hombre sinvergüenza, sin escrúpulos! ¡Vine a matarlo! – Le dijo Juanete al tipo.
El tipo se quedó mirándolo asombrado, como la gente del lugar, que no entendía nada.
- Pero que le pasa buen hombre, no ve que solo estoy tomando unas copas, sin molestar a nadie. Y además, ¡Yo no lo conozco! Como se atreve a ofenderme así- Gritó ofuscado el tipo.
Juanete le reclamaba que había arruinado su vida, que la había destrozado. Entre sollozos se arrodillo y aún mas pegado al piso, se llevó una pistola a su sien.
El Tipo le explicó que él era una persona de bien, que jamás le había hecho mal a alguien que no estaba en su naturaleza, que él tenía principios, y una moral intachable.
El enano lo acusó de haberle robado a su mujer, de haber estado con su mujer, que eso era un acto irreprochable, incorregible de un hombre malo (esas fueron sus palabras textuales).
El hombre se levantó de su silla y pareciendo todavía más alto y superior ante Juanete, le dijo: - Jamás estuve con su mujer, jamás. ¡Yo no los conozco, señor! O su mujer esta confundida o es una mentirosa! Nunca estuve con la mujer de otro. En toda mi vida he cometido un error, como le dije antes, tengo una conducta in-ta-cha-ble. Pero además ¡por todos los cielos! Jamás estaría con una enana. Quédese tranquilo, pequeño – en tono burlón- antes de tocar a su mujer, me cortaría las dos manos.
El enano, mirándolo con odio, gritó: ¡María!
Y por la puerta se vio una rubia holandesa, de un metro ochenta, que entró con la cabeza a gachas.
El Tipo abrió los ojos como nunca antes los había abierto, y se quedó mirando a la multitud acusadora que lo acribillaba con sus ojos, después de semejante discurso de moral y buenas costumbres.
Y, en ese momento, se dio cuenta que para no tener que salir con la cola entre las patas, para que no cayera su leyenda del hombre mas respetado del pueblo, del hombre que todos admiraban y querían creer que era el único hombre sin pasado, sin historia, el famoso “Tipo”, el hombre misterioso, para seguir siéndolo, tenia que atenerse a las consecuencias y cumplir su palabra. Entonces dijo, tragando saliva, y poniendo cara de serio: - Quiero aclarar que yo no sabía que estaba casada.
Y el tipo se sentó y se cortó la mano.


Entre dos Oasis. (por IVÁN)

1-La ruta de Kaluk.
Perdido en el medio del desierto árabe, hay un camino entre dos oasis, el de Hilal y el de Amir Adham que a cualquier caravana le llevaría entre: cuatro o cinco días, que nunca es el mismo camino por que a veces las dunas tapan los puntos de referencia, por que las tormentas de arena desvían a los animales del camino, el paisaje parece tan repetitivo que uno nunca sabe si da vueltas en círculos o sigue una línea recta.
En el medio del camino hay un árbol seco, de él, colgó alguna vez el cuerpo sin vida de Kaluk, hoy queda solo la soga, bajo las piedras debe estar la mano de un tipo que quizás se llamaba Amhed.
Kaluk era un conductor de caravanas, que trabajaba con su hijo de doce años y un primo mudo al que le habían cortado la lengua por maldecir frente a una mezquita. Era la única persona que llevaba las mercaderías por ese camino en tres días, el decía que no tenia secretos, que no usaba atajos, solo le rezaba a Allah para que lo condujera por un camino seguro.

2-El acusado.
Un día de mucho calor como lo son todos en ese desierto, al llegar con su caravana, en la entrada de Amir Adham, alguien gritó su nombre, pero no para saludarlo, ni para llamar su atención,
gritaba avisando a todos que el había llegado, lo gritaba por los pasillos, y por los patios internos de la ciudad.
En un abrir y cerrar de ojos se junta la gente de la ciudad, no para recibir sus mercaderías ni para comprarle cosas, las caras serias de las personas lo miraban con desprecio, Kaluk mucho no entendía, su hijo y su primo se bajaron de sus animales, pero Kaluk no se animaba a bajarse del dromedario. Los minutos de tensión se acabaron cuando llego Azim, este empezó a acusarlo:
-Kaluk, solías ser una persona respetada y amada en el pueblo, depositamos confianza en ti,
pero caíste en manos de la avaricia y te robaste dos caballos y dos dromedarios. El castigo es que se te corte una mano.- dijo esto en tono fuerte y empezaron los abucheos generalizados y las maldiciones.
-Yo no robe nada, no me hace falta mas de lo que tengo y si necesito algo lo pido a Allah.- dijo sin bajarse todavía del inmenso dromedario.
-No uses el nombre de Allah para salvar tu mano.- fue la frase que genero mas abucheos. La gente se le acercaba lentamente. Kaluk quedo pasmado.
-Aparte, a las diez de la noche hace 7 días, tú partiste de la ciudad y fue ahí cuando se descubrió que faltaban esos animales de sus establos.
En primera fila había alguien que era el que mas gritaba y mas maldecía al acusado. Era alguien que lo odiaba en secreto, no se supo bien nunca con certeza quien fue, se cree que fue Amhed.
Al ver en esa cara una saña especial, un particular deseo de ver su empresa derrumbada, y que la razón y la justicia no estarían de su lado dijo:-Me bajare para ser juzgado.- Y al inclinarse hacia abajo toma a su hijo del brazo, no baja, lo sube arriba del animal, y sale corriendo ante la atónita mirada de todos. Ahí huye dejando a su primo a la suerte de Dios.

3-El acusado 2
En dos días y medio llego a Hilal donde también se encontró con una multitud que estaba preparando una especie de patíbulo, todos estaban muy esmerados en esa construcción.- Seguro ejecutaran a alguien, ojala no sea un juicio injusto como seria el mió.-
La gente estaba tan esmerada en hacer esto que nadie noto su presencia.
Alguien grito:-Kaluk cierren las puertas y bajadlo del animal.-
El regente de la aldea se paro en la tarima y dicto un discurso: -Hace 10 días mataron al joven Razim, hijo de Omar, para robarle unas monedas de oro, hace 10 días tú partiste rumbo al otro oasis; Los médicos dicen que fue asesinado a medianoche, justo cuando tú partías.
Serás colgado en el desierto frente a tu hijo, donde Allah lo indique.-
En ese momento golpean las puertas de la aldea un grupo de hombres, Era Azim y 11 hombres más.
-Venimos a buscar a Kaluk, debe ser juzgado en Amir Adham, ha robado y debe ser juzgado con todo el rigor necesario.-
Kaluk dijo: me acusan de haber robado hace 10 días, me acusan de haber matado hace 9 días y medio, me acusan de dos crímenes cometidos con medio día de diferencia, en dos lugares a tres días de distancia. Yo soy inocente, hace 9 o 10 días estaba en el medio del desierto caminado y ganándome mí pan.- Por consiguiente no pude haber cometido uno de los dos crímenes, y diganme que pruebas tienen en ambos casos para acusarme.
A nadie le impresiono la reflexión de Kaluk, lo que se sabe es que Kaluk era un hombre trabajador y solidario, pero cuando la gente pide sangre, se olvidan de todo.
Empezaron a debatir de quien era el prisionero y donde debería ser juzgado.


4-El desconocido que abucheaba
Este tipo (quizás sea un tal Ahmed) estaba al tanto de lo que estaba pasando; Tenia una envidia muy profunda con Kaluk, envidiaba su éxito y su prestigio. Entonces decide partir a caballo junto a su vecino hacia Hilal.
En el desierto se para y le dice al vecino: -Allí (por Hilal) hace dos semanas que se debaten donde debe ser juzgado aquel cerdo, ve y diles que ya atraparon al ladrón de los animales, que soy yo, que busquen bajo estas rocas mi mano. Y que vengan a este lugar a ejecutarlo, que lo ahorquen bajo este árbol.-
A lo que el vecino responde:-Pero… tu has acusado a Kaluk y ahora ¿dices ser tu el culpable?
Responde: -Serás mi socio en el negocio de las caravanas, Ve y diles.-
Entonces al partir su vecino, cavo un hoyo, espero un día, y el tipo se corto la mano.


1 comentario:

Taller Literario Kapasulino dijo...

Muy buenos todos los textos chicos!