Te encontré,
y estabas ahí, mirándome
parado frente a mi, extendiendo tu mano.
Yo estaba,
pero perdida en el tiempo,
atrapada.
Dibujaste una puerta en mi casa,
mientras yo miraba por la ventana,
pretendiendo dibujar con los dedos, en el aire.
Rezando bajito, sentada.
Y te quedaste,
del otro lado de la puerta
viéndome bailar,
y te reíste
y me reí
Pero no salí,
seguí mirándote por la ventana,
esperando que te canses.
Y no te fuiste,
no te importo el viento ni la noche,
no te fuiste.
Te seguí con la mirada
durante días y noches
tan apenada de verte mojado por la lluvia.
Tan avergonzada…
Entonces abrí la puerta,
aquella que dibujaste para mí
pero no pasaste, salí yo.
Y el sol me ilumino la cara
y me tomaste de la mano
y caminamos… por tantos lados
por todo el mundo.
Por Roma, por Venecia, por París.
Y que importaba a donde fuimos,
y que importaba a donde estuvimos,
solo importaba estar juntos.
Mirarnos por una eternidad.
sábado, 2 de agosto de 2008
TE ENCONTRÉ
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Carla, es preciosa tu poesía.
Si realmente ocurrió, me alegro que hayas abierto la puerta, y atrevido a salir de tu casa.
Y que hayas andado todos esos caminos.
Y que lo mires a los ojos, por toda la eternidad...
Felicitaciones.
Publicar un comentario