domingo, 28 de septiembre de 2008

AMO MI LIBERTAD

Tengo una mansión 970 metros cuadrados cubiertos, cuatro baños privados más los tres de servicio. Sauna, yakushi, piscina climatizada, tres cocheras, habitaciones de huéspedes, un piano de cola en la sala, cuadros de pintores famosos, algunos diamantes en la caja fuerte, un parque con cancha de tenis mas la piscina de verano con cascada. Un cocinero francés, cinco mucamas, chofer, jardinero y mucha gente de seguridad.
¡Tengo todo lo que quiero!
Sin dudas me atrevo a asegurar que soy la mujer más feliz del mundo.
Si no fuera por esa nenita que apareció hace unos días.
Una nenita sucia, que me mira desde el tapial, le mande los perros, pero los seis Rottweiler no la asustan. Si hasta parecen ovejitas cuando se les acerca.
Puedo ver que esta sin zapatos, los rulitos sucios y el vestidito roto. Me compadecí y le mandé a la mucama con unas latas importadas. Espero que lo sepa apreciar y se vaya.
¡Ay! ¡No puede ser! Otra ves esa nenita allí. Estos pobres son así, no trabajan, salen a pedir.
Sus ojos me miran fijo. ¿Qué querrá? Ya sé, tengo un vestido que me quedó chico, voy a mandar que se lo entreguen. Quizás así de una vez se vaya de ahí, afea el lugar.

¿Dónde están los guardias? ¿Dónde están los perros? ¡Esa criatura sucia sigue sentada en el tapial! ¿Será por que está descalza? ¡Ramona, alcáncele estos zapatos a esa vagabunda! Los traje de París, que los cuide ya le van a quedar bien.
Voy a ordenar que levanten el tapial.
Ahora miro y no esta la nena, el nuevo muro de cinco metros de alto, fue la mejor idea. Pero yo se que del otro lado sus ojitos me están mirando.
Hoy amanecí con un poco de fiebre, tal vez un poco nerviosa, claro que no es fácil mantener todo esto, hay que trabajar duro y no se puede confiar en nadie.
Aun veo los ojos de esa nena y su cara a través del tapial, su pelo sigue sucio y lleva el hermoso vestido que le mandé. Creo que estoy delirando…
No debí tomar tanta champagne en la embajada anoche. Pero los compromisos son inevitables.
Ahora la nena me mira otra vez, esta sentada en la enorme terraza con baldosas venecianas que mande construir para desayunar en los días soleados. Sus ojos van derecho a mi cama. Me mira. Me recuerda a alguien…no se a quien.
¿Dónde están los perros y la guardia de la casa? ¿Cómo es que está tan cerca?
Mi cabeza da vueltas. Le hago una seña y viene arrastrando el vestido y chancleteando los zapatos. Los perros le lamen las manitos y se echan a sus pies.
La tengo ahora tan cerca, son sus ojos transparentes los mismos que atravesaban, el inmenso parque y la terraza…
-¿Cómo te llamas?- pregunté.
Y entonces la nena habló.
=Tu me conoces= La voz de la niña sonaba a vientos, sonaba lejos, a vidrios rotos, a dolor.
=¿Yo te conozco dices?!!= La voz de nuevo me escupió de frente y sonaba a cuento que escuche, a voces de detrás del tapial a ecos muertos, a fantasmas aburridos y secos…La vos de nuevo trajo un recuerdo.
=Si, tu me entregaste.=
=Pero… ¿Qué dices? Niña loca ! ¿Cómo te llamas? Contesta! Tu no sabes quien soy yo! Mira tu ropa yo te la di, ese vestido y ese calzado valen mas que todo lo que hayas usado en tu vida junta!
=Tu me entregaste = Volvió a decir y su manita me apunto.
=A quien te entregue?=
=Tu me vendiste = Y sus deditos estirados atravesaron mi vientre recién lipoaspirado…y temblé.
= ¿ A quien te vendí? =
=A quien pudiera darte una casa grande, vestidos caros, estos zapatos, rejas, joyas, sirvientes, guardias…
Mi cabeza da vueltas, ya la recuerdo. Ella es mi libertad. La que tenia cuando todo era solo un sueño, la que jugaba conmigo de niña…y construíamos castillos de arena. Cuando solo me pertenecían; el mar, el aire, el sol, mi castillo pequeñito, la brisa y todo el tiempo del mundo para reír…
Y ahora mi libertad vino a increparme:
=Por que me abandonaste? =
Y allí mismo salte de la cama a ponerle un parche, para que no hable mas en la boca, y arriba del parche un moño que hiciera juego con el vestido!!!

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miércoles, 24 de septiembre de 2008

La niñez perdida

Se despertó de la siesta un poco extraño, somnoliento, con las manos se refregó los ojos, estiró los brazos y bostezo.
Corrió la cortina verde de la ventana para ver el patio, y si la pileta tenía agua. El sol hizo que sus ojos fueran chiquititos.
Tomo su oso de peluche con el que dormía todas las noches y bajó las escaleras. Sonrió cuando vio a su abuela en el sillón, corrió a abrazarla. Ella lo apretó fuerte sobre su pecho, le dio muchos besos. El la miro con esos ojos grandes y negros y le susurró:

- Abu, que bueno que viniste, hace mucho que no venías, ¿y mamita donde está?.
La abuela acarició los cabellos del niño y le dijo que mamá estaba en la cocina, pero que estaba ocupada, que no la molestara. Pero su nieto, con oso en mano, salió corriendo a buscarla. Mamita, mamita, gritaba. Se frenó cuando la vio sentada en la mecedora, con los ojos colorados, la mirada lejos, la cara toda empapada. Dio media vuelta y se fue, de reojo vio las valijas al lado de la escalera, mirando a su abuela preguntó por su papá; ella, mordiéndose el labio, le dijo que tenía que ser valiente, que ya era todo un hombrecito, que papá no iba a volver, que “se lo habían llevado” (eso último no lo entendió), que ahora era el hombre de la casa.
Pablito, de casi seis años, mirando el estudio de su papá todo desordenado, todo lleno de papeles tirados en el piso, dejó caer lentamente su oso de peluche. Tuvo ganas de abrazarlo con todas sus fuerzas, pero no lo hizo, no podía, ahora tenía que ser un hombre.

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

ANGELA

Suena la campana de la escuela y María obediente se forma junto a los niños que la rodean, la empujan y no la miran.
María no tiene amigos, lleva puesto un guardapolvo blanco, una corbata azul en el cuello, una golosina, para el recreo en un bolsillo y un pañuelito en el otro.
Cuando entra al salón se sienta sola. No habla con nadie. El bullicio no la llama a integrarse, pero es bueno estar ahí observando como todos los demás juegan y se ríen.
En el mundo de Maria no hay risas, pero es tan lindo escuchar las carcajadas y verlas flotar en el aire, es fresco el sonido que flota, rueda por los pasillos entre los bancos y la señorita detiene.
-”Niños presten atención, hoy comienza con nosotros una nueva compañera. Su nombre es Ángela y viene de otra escuela”. “Ángela te vas a sentar acá con María, este será tu lugar”-Ordena la maestra -

Ángela es una niña alta para este 2’ grado, tiene el cabello bien cortito y las piernas flacas.
-”Es una nena por que usa pollera” - piensa María - pero el guardapolvo es de varón y la corbata cuelga por un costado, aunque parece que no le importa.”
No se hablan entre ellas. María no habla en clase porque molesta a la maestra y porque no tenía compañera, además nadie habla con ella. Los ojos de Ángela la miran de reojo.
-¿Me prestás los colores? ¡Cuantos colores que tienes Que lindos son! ¿Me prestás el rojo? ¿Me das la goma?
Ángela no tiene nada más que un lápiz, en la cartuchera gastada, uno de los que da la maestra y restos de lapicitos de colores sin punta.
María le presta sus cosas ¿Se enojará su mamá?
Cuando suena la campana para el recreo, la señorita les avisa:
-¡Los que toman la leche hagan fila en la cocina con la taza en la mano y la señora portera les irá sirviendo!”-
Ángela saca una bolsita de su portafolio de cuero marrón y desenvuelve una tacita de plástico. Luego desaparece en el enorme patio del viejo edificio rumbo a la cocina. María la observa hasta que no la ve más. “Es pobre” piensa ¿Por qué será que se ve tan contenta?
María se sienta en la galería que rodea a los salones nuevos anexados al edificio principal, tiene cuidado de no ensuciar su guardapolvo blanco, saca la merienda del bolsillo, como todos los días y mira a su alrededor. La fila de niños que toman la leche, unas nenas que hacen la ronda, un grupo de varones jugando a la bolita, los nenes grandes siempre están todos amontonados en un tronco caído en el fondo del patio, a veces se ríen fuerte y se empujan. Las maestras tomando el té, la señora directora que observa todo con apenas una sonrisa, y Ángela que ya tomó la leche y viene sacudiendo la taza como para secarla después de lavarla.
-¿Vos no tomas la leche? ¿Por qué?= le pregunta a María.
-Porque la tomo en casa- Le contesta.
-¿Y que tiene que ver? ¡Mañana traé una taza y tomás la leche acá! ¿Querés jugar?
Que maravilloso momento se volvió el recreo, la llegada a la escuela y conversar en clase, aunque la maestra amenazo con separarlas.
¡Como no contagiarse de la risa de Ángela! María piensa que es dulce el sabor de tener una amiga que lo único que quiere es que te rías con ella.
El primer día después de las vacaciones de invierno, Ángela faltó.
María la esperó porque pensó que estaría enferma, se le achicó el corazón. ¿No estará enojada?
A los pocos días la maestra dijo que Ángela no vendría mas a la escuela -”Estos niños pobrecitos son así - se lamentó. Eso fue todo.
Y yo no entiendo, si todos los demás niños siguen yendo, si yo voy todos los días…¿Por qué justo Ángela tenÍa que ser quien no fuera mas?


Maria Susana.

Creo que pasaron treinta y ocho años y no entiendo todavía.

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domingo, 14 de septiembre de 2008

Poemas de Susana

POEMA 1:
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Pero ojo yo no mido mi tiempo en oro, por que no lo vale.
Yo no tengo un tiempo y un tesoro.
Si ni tengo reloj, ni de arena.
Y el centímetro viejo de mi abuela se estira y se estira.
Yo no tengo valor, ni cara y seca.
Y si me pongo a pensar ni salud tengo.
Pero estar contigo no lo vendo,
Y no estar no lo valgo.
A mi tiempo lo mido en penas.
Una pena no estas, ay! Pena grande no verte.
Dos o tres por que te vas, cinco penas esperarte,
Dieciséis penas; te olvidaste de mi.
Si te espero en la plaza no es tanta pena.
Si te espero y llegas se borran las penas.
Y si saco el centímetro estirado de la abuela
Mido bien que si estás el tiempo se vuela.


POEMA 2:
De barro somos hechos
Y no de fina madera.
De barro y agua
Y no de piedra labrada
Por manos de un artesano
Que con amor trabaja.
De barro.
De polvo y tierra de caminos,
O entrañas
De vaya a saber que montaña.

De barro somos
Y no de duros metales
Que nos hagan inmortales
Por qué será que pensamos
Que podemos disiparnos
En absurdas discusiones
En guerras…
Y hasta en amores…?

Si de barro estamos hechos
Y polvo seremos viejos
Cuando la vida se seque.
¿Por qué yo me habré creído
Lo del eterno amor mío…?

¿Dónde estarán tus promesas
Cuando mi vida reseca
No sea más que la tierra
Que barras de tu vereda…?

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viernes, 12 de septiembre de 2008

TALLER ABIERTO SEPTIEMBRE

En esta sección publicamos los textos que nos envían nuestros visitantes, en este caso el de Ezequiel Quiroga que nos envió su poesia "La Daga".
Ezequiel es de Villa Constitución, Santa Fe, Argentina. Tiene 20 años, y nos cuenta que escribe desde pequeño y que es bastante versatil a la hora de escribir, pero sus géneros de cabecera son la poesía y los relatos breves.
Al cliquear "Leer mas" podrán disfrutar de su poesia

La Daga
Mirada crepuscular, dulce anhelo.
Aquel designio divino y aquella filosofía casual
lograron departir, sin conflicto, acerca del destino
de esa daga clavada en tu impasible pecho.

Raudo lapso de aparente lucidéz.
Aquel vestigio de poder y aquella idea incoherente
lograron mutar, sin miramientos, hasta terminar
consolidando la unificación que les diera identidad.

Mística satisfacción, mirada de ocaso.
Aquel día de gloria, cáliz de sangre,
se vio importunado por las ansias de tu pecho,
cuando los firmes latidos de tu corazón
lograron erradicar la oscura daga para
dejarla caer en tu mano, indómita y vengativa...


Si quieres publicar tus textos envía un mail a: literariokapasulino@gmail.com
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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Amarte.

Me tomo todo el tiempo.
El tiempo que me sobra
y el tiempo que me faltó.
El que no me quisieron dar,
el que me mezquinaron
y el que no me sirvió.

El tiempo que perdí,
el tiempo que olvidé,
el que dejé esperando
y con el tiempo lloré.

Aquel que me acorraló
todavía lo miro a los ojos.
Aquel que me juró
que pasaría pronto.

Aquel que me mintió
y terminé corriendo,
Aquel que me tranquilizó
y lo empecé amando.

El tiempo fue aquel que me vió
jugando sin vergüenza
a ver en cuántas horas
encontrabas la sonrisa aquella.

El tiempo te reveló de a poco y con paciencia
que era yo quien volvía el reloj,
para encontrarnos de vuelta.

Con el tiempo aprendí a ver hacia adelante
a imaginar el tiempo juntos,
de los minutos que todavía no contaste.

Porque el tiempo me contó el secreto
de lo que tu espera me mostraba.
Los minutos no se acaban
el tiempo me espera,
el tiempo me alcanza,
para amar, el tiempo que sea,
para disfrutar, el tiempo que quiera,
porque puedo soportar el tiempo que venga.

El tiempo camina al paso de tu cabeza
Si estoy a tu lado, el tiempo no me pesa.
Si estoy con vos, el tiempo no me cuesta.

No necesito del reloj para saber que es tiempo de querer,
como no necesito luz, para poderte ver.

Porque el tiempo me enseñó a sentir.
Sentirte al tiempo que te amo
amarte al tiempo que siento
y que el tiempo no pasa,
si de amarte se trata.
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Hay.

Del amor una poesía
de los rumores internos una fantasía
un murmullo se escucha cercano
son ángeles que vienen volando
son sueños que están besando.

Besos que acarician sueños
momentos que se vuelven dueños
pesares que son cadenas
esclavos que todavía sueñan
poetas que deliran
soñadores que recitan
locos que escriben
para que alguien más sueñe con ser libre.

Hay abuelos que todavía cuentan cuentos
hay niños que escuchan maravillados
hay repetidos y parecidos
hay inolvidables cumplidos
e infinidades de sueños deseados.

Almas enteras esperando
calladas historias que prometen ocultando
amores que no se permiten desilusiones
deseos que piden motivos
y sonrisas no correspondidas que no encuentran destino.
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Un regalo para el alma.

Estoy buscando mi lugar
el pedazo de tierra que me corresponde
con la cantidad justa de aire que necesito para vivir.

Quiero al menos una planta
y como sea, también un animal
un poco de luz cada mañana
y poder la luna y las estrellas observar.
Un minuto, dos minutos nada más.

Quiero que el tiempo ahogue y refresque
sentir calor un día de frío
y del frío no sentir el cuerpo después del calorcito.

Necesito que la fuerza del viento
ahuyente esta angustia húmeda y sofocante
que me paraliza al instante
sin poder pronosticar lo cotidiano
teniendo nada al alcance de las manos.

Quiero una sonrisa recuadrada
en un marco de madera
que me recuerde al mirarlo
que quizás todavía vale la pena.

Sonreír una vez más
y tener cada mañana, una caricia asegurada.

...Porque no hay como una sonrisa que bese el abrazo que forman las palabras que guardan el secreto de aquello que decís...

Cosas simples y claras
ojos observadores, inquietantes
y el corazón saliéndoseme del cuerpo.
y yo, viéndolo salir
pensando que ya no hay quien lo pare.

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sábado, 6 de septiembre de 2008

Cuentos de Ultratumba. (Solo porque hace frío)

“El Cagón”

_No me gustan más los cementerios…_Ahora me dan miedo ¿Qué cosa rara no? Cuándo era chico, me parecía el paseo mas lindo para un domingo de sol. Ir con papá y las tías a ver a la abuela a ese lugar tan enorme lleno de estatuas de ángeles hermosos, pasillos con flores y las señoras que llegaban abrazadas a ramos enormes envueltos en papel de diario. Si parecía una ciudad de chicos con casitas de una sola habitación, puertas grandes, fotitos en las puertas y cruces bonitas. Íbamos de visita, la tía Benicia tenía la llave de la puerta tan pesada y al entrar enseguida cambiaba las flores secas por frescas en un montón de floreros, besaba la foto de la abuela…entonces ¿Dónde está la abuela?_Acá-decía papá y con el pie hacía suavecito en el piso .Todos mirábamos su zapato.¿Acá? ¿Dónde? Enseguida papá salía a sacarse esa basurita que le molestaba, y yo pegaba la oreja al piso donde señaló papá. Con un solo ojo trataba de encontrar una fisurita que me dejara ver hacia abajo.
¿Pero vio? Uno se pone mayor y a ese lugar ya no quiere ir, cuanto más lejos mejor. Si parece que de grande te haces más cagón, como don Esteban el Cagón, así le quedó el mote después de lo que le tocó vivir o morir, según como lo mire….
Voy a tratar de contarle. Por que esto fue hace mucho, tanto como mi recuerdo de flores silvestres envueltas en papel de diario.
Resulta que este hombre estaba casado (o juntado no se) con la Esculápia (no tuvo suerte ni con el nombre la mujer) Ya hacía más de veinte años que estaban juntos cuando él se enfermó, muy grave estuvo. El doctor le dijo que se despidiera a la Esculapia porque el hombre se iba y no más así.
La pobre mujer se volvió una sombra, rezaba y pedía a todos que rezaran por él ya que era lo único que se podía hacer, nadie se negaba y se ofrecían cadenas de oración .Se lo nombraba en las misas, no importaba si era de católicos, evangelistas, o lo que quisiera ser. La Esculapia agradecía a todos y lloraba a escondidas, despacito y a veces a los gritos pelados, los vecinos la escuchaban y también rezaban por ella.
Dicen que una noche estaban los dos solos, don Esteban agonizaba, la Esculapia lo miraba, lo besaba, lo abrazaba y rogaba a Dios en todos los colores. En un momento el hombre dijo:-Escu me vienen a buscar, me quieren llevar, hasta vino mi abuelo de España que nunca conocí… No quiero ir Escu, no quiero tengo miedo!!! –
Ahí fue cuando a Esculapia en un rapto de desesperación, se le ocurrió decirle que lo iba a tomar fuerte de la mano y que si se lo llevaban, como ella no lo iba a soltar “nunca” lo iban a tener que devolver.
Y así fue. Esculapia tomó la mano que tanto amaba entre las suyas…y no la soltó más.
A la mañana siguiente la encontró el enfermero aferrada a la mano de Don Esteban, que ya se había ido. Cuando la quiso apartar no pudo así que llamó a los médicos. Vinieron hasta los de seguridad del hospital, pero ella no soltaba.
Todo el velorio con ella obstinada en su promesa.
Lo complicado fue cerrar el cajón. Los encargados del sepelio compadecidos decidieron hacerle un agujero al féretro, para que la pobre le sostuviera la mano.
-¿Cómo dice?- No, hasta ahí usted tiene razón todavía Don Esteban no era “El Cagón”.Ahora va a ver.
- Pasaron como seis días y era invierno…mire, para peor esa noche ya nadie la acompañaba, la Esculapia estaba sola con el finado y parece ser que el hombre despertó.
Se asomó y al ver el cementerio (que de noche no se lo recomiendo a nadie) salió corriendo dejando sola a su mujer…
Al otro día cuando vio que no llegaba mandó a buscarla porque “Ni loco”-dijo –volvía a pisar un cementerio.
Los que fueron la encontraron congelada, arrodillada, helada y entre las manos nada.
Ahora está en el lugar que era de él.
Al infeliz, dicen, que nadie nunca volvió a darle la mano…
Por las dudas, ¿vio? La gente es muuuuy supersticiosa…
Yo tampoco se la daría.
-No, ni yo-


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