I
Damos un mal paso, pisamos la mina,
nos arranca un brazo, vuela hacia el espejo
y la propia mano choca en su reflejo,
rompe el mar de vidrio y se auto-elimina;
con la que nos queda en el cuerpo amputado
urdimos un verso de paso mal dado.
II
Seguimos la empresa y pisamos cristales
(no los de Bohemia) otros, ¡más filosos!
que nos atraviesan los pies, peligrosos
como una pandemia feral de puñales;
casi de rodillas nacerá otro verso
impregnado en sangre de yerro diverso.
III
Verso que se escuda en la tipografía
de la tinta oscura manchada de errores,
y nos manifiesta sin voz ni colores
que hay que ser más cauto con la geografía;
y antes de emprender el viaje hacia un destino
sondear el estado de cualquier camino.
IV
Con un solo brazo, las rodillas rotas,
los pies malheridos y el ánimo arado,
habremos sabido que no hemos andado
ni por buen sendero ni con buenas botas;
en el derrotero de las malas heces
sin rumbo certero, luz… ni G.P.S.
V
Quedará el consuelo de cerrar los tajos
ignorando luego en el lomo las marcas,
cuidarnos la espalda como de las Parcas,
esperar que el alma pegue sus andrajos
de dulzura en ríos abrevando miel,
y encontrar la cura rozando otra piel.
La vida se encarga amarga y a destajo
de trabar la rueda con alevosía,
enviciar la greda, negar el atajo.
(mañana será otro día...)