lunes, 27 de septiembre de 2010
MONÓLOGO DE UN HOMBRE CRUEL por Carla
Pensé que nunca regresaría a aquella casa. La noche se apoderaba de mis sueños, no descanse bien. Quizás era la incomodidad de dormir en esa habitación, esa habitación que había sido mía.
Muchos recuerdos pasaban por mi mente, habíamos sido un matrimonio feliz. Aún no entendía porque se quiso separar, mas allá de que yo nunca había querido tener hijos, no me parecía una razón válida para el divorcio.
Recordé cuando me fui, recordé prometerle no volver a pisar la casa, recordé todo el asunto del juez, la maldita orden de restricción… Aún no entendía el porqué de tanta saña, tenía recuerdos felices de los diez años compartidos con Ana. Sentía que había sido un buen marido… Siempre le pedía perdón de rodillas cuando la golpeaba ¿Quién hubiera aguantado esa humillación de pedir perdón? Nadie. Solo yo.
Pero ella nunca consideró mis sentimientos. No. A ella le gustaba verme de rodillas, por eso hacía las cosas mal, por eso me molestaba, para que la golpeara, porque prefería los moretones solo por el placer de verme ante sus pies.
Para no humillarme más acepté el divorcio, pero ella no se quedo tranquila, me seguía buscando, me seguía hostigando. Recordé cuando un compañero de trabajo me dijo que vio a Ana con otro hombre. Puta, pensé. Lo había hecho a propósito. Seguramente lo había planeado todo… esperó el momento justo para cruzarse con Carlos. Sabía que me iba a hacer quedar como un idiota, sabía como humillarme.
Entonces volví a aquella casa, no se imaginan la cara que puso cuando me vió, no la deje gritar.
Le tapé la boca con mi mano.
La metí para adentro.
Pero esta vez no me iba a arrodillar…
Esta vez no tuve piedad.
Y se murió nomás…
Y otra vez se salió con la suya, como no me di cuenta antes, lo había hecho a propósito. Siempre quiso verme preso. Todo había sido un plan suyo y fue ahí cuando fui a la habitación, y soñé toda la noche, hasta que me despertaron los gritos de la hermana de Ana.
Más allá de los consejos de mi abogado jamás pedí perdón, nunca más iba a humillarme.
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jueves, 23 de septiembre de 2010
Epitafio para un donjuán, por SIL
¨… Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquiera empresa abarca
si en oro o valor estriba…¨
Fragmento de Don Juan Tenorio
(José Zorrilla )
Epitafio
Con afán y frenesí
un tropel de gusanitas
se pelean por morder y se empujan a codazos,
se disputan del pastel los dulcísimos pedazos…
¡vaya hombre de nivel que provoca tantas cuitas!
II
Que a la quinceañera
de bucles rojizos
corrió en la escalera, le probó el zapato,
desgarró la seda, rompió su recato,
sangró entre sus piernas sin pedir permiso.
III
Que a aquella novicia
de votos precarios
le ofreció manzanas con poco respeto,
mordisqueó en la cama todos sus secretos
y archivó sotana, virtud y rosarios.
IV
Que a la esposa gris
el punto correcto
le acertó en desliz con sus manos sabias,
pintando una risa y caricias palmarias
sin pausa y sin prisa en su cuerpo insurrecto.
V
Que a la divorciada
carente de besos,
cubierta de escarcha y envuelta en diamantes,
desierta de estíos, con mieles de amante
liberó sus ríos aleves y presos.
VI
Que a la viuda nueva
le ofreció consuelo,
sus oscuras prendas le quitó apurado,
dibujó una ofrenda floral ¡descarado!
con los mismos pétalos rojos del duelo.
VII
Que a la desahuciada
ya a un paso de ahorcarse
le sembró esperanzas en el corazón,
y ella entre lujuria, gemido y pasión
tiró a la basura su plan de ultimarse.
VIII
Tan pragmático señor (opino…)
que tan sólo dio amor y consuelo,
¿se merece un lugar en el cielo
por sus tantos favores rendidos?
IX
Ya están celebrando
miles de angelitas…
pues sobre el tapiz que modela el celaje
se escucha el ¨fru-fru¨ de todas las alitas
rompiendo el silencio del níveo paisaje.
X
Vaivenes, risitas,
murmurio incesante…
Pensante,
ya las barbas se rasca el Supremo
ante la llegada de tal personaje,
pues teme demande fragoso espionaje
Archivo /2009
del
Libro de
las últimas palabras
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domingo, 19 de septiembre de 2010
Vivir. Por Noelia.
que noche tras noche, en desvelo
como un sueño detenido
asecha la pesadumbre de mi cuerpo
que va desvaneciéndose en vida?
Me eliminé de la competencia de raíz.
Ante la impotencia de verle la espalda
a eso que parecía no tener final.
Desesperante como sentirse solo a penas despertás.
Solo, sumergido en el mundo.
Descolgado, del resto de las personas.
Sordo, al murmullo que se mete en tus oídos,
tan aborrecible e imposible de escuchar.
Porque es desgarradora la unión entre el silencio y la soledad,
y perdemos el equilibrio y toda razón que alguna vez llegamos a tener.
Mirá ahora la lluvia, ¿la ves?
Sentí cómo te moja el pelo,
cómo se te pega a la cara.
Escuchá cómo suena cuando cae en la tierra.
Tocá el barro que te ensució la ropa. LLorá.
Pero… remové cada uno de tus huesos de ese charco,
juntalos uno por uno, y volvé a armarte
con la actitud necesaria para ayudar a armar a alguien más.
Es el mismo valor que necesitaste antes para ser feliz,
con la diferencia de que ahora,
lo único que hay que hacer, es seguir de pie.
Porque no querés sentir más la tierra mojada.
No querés ahogarte más con eso que emana de tu alma
y parece estar pudriéndose.
Querés ver la lluvia.
Y no nadar más en tus lágrimas,
volver a caminar sin miedo,
sin temor a un día hacerte polvo y volar con el aire.
¿Habrá sido ése, cuando se esfumó la armonía,
el día que estuve a punto de morir?
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jueves, 16 de septiembre de 2010
TALLER ABIERTO SEPTIEMBRE 2010
En este caso nos visitan Lydia Raquel Pistagnesi y Daniel ivan caravedo Ayasca
A continuación encontrarán una pequeña reseña de cada uno, luego, para leer sus textos, cliqueen "leer mas".
Lydia Raquel Pistagnesi nació en 1.956. Es de Banfield, Buenos Aires, Argentina. En su blog http://poemasdelydiaraquelpistagnesi.blogspot.com/ podremos encontrar: Poemas, los libros de Lydia Raquel Pistagnesi: Eres el paisaje que se adentró en mi sangre... El grito que acompaña mis silencios... La mirada que se esfuma en el crepúsculo cuando asoman las lágrimas. Hoy nos regala su texto: Reflexión.
Daniel nos cuenta que: Hola! Mi nombre es Daniel, firmo en la web siempre como dIcSoCiablE, un seudonimo de lo mas curioso que engloba las tres primeras iniciales de mi nombre y que suena muy parecido a la palabra disociable, que es el adjetivo que se suele utilizar en psicologia para referir a un tipo de personalidad, que guarda ciertas semejanzas con la mia.
Pueden visitar su blog: Larga zona
Hoy nos regala su texto: Suceso
Reflexión por Lydia Raquel Pistagnesi
Mas allá, existe un ser capas de explicarnos el porque giran los planetas y las experiencias se repiten a lo largo de los siglos del horizonte, donde la esperanza no existe y la memoria nos acosa.
Es el mismo ser que baraja los naipes y nos entrega siete a cada uno de nosotros.
Siete son los caminos a seguir, con ellos forjamos nuestro destino y cincelamos nuestra vida.
Somos los unidos alfareros de nuestros triunfos y fracasos. Nadie nos empuja al precipicio ni nos regala la felicidad.
Caminantes de lo incierto, el sufrimiento nos purifica o nos separa de la realidad. Somos capaces de amar hasta el delirio u odiar hasta la locura para caer sin quererlo en el oscuro hueco de la indiferencia .
En ese brevísimo instante, cuando ese fondo nos alcanza, tenemos la energía para mirar hacia la tenue luz que asoma desde un exilio de oscuridades.
Entonces comprendemos la importancia de regalar una caricia, a esa lágrima que escapa desde el vórtice del misterio y se acerca a nosotros mendigando una sonrisa
Suceso por Daniel ivan caravedo ayasca
Suenan pasos a la distancia, el sonido de los tacos de mi madre se escuchan, clap clap clap, y a su costado estan mis pasos.
Mi madre me dice con la ternura que la caracteriza: “Esperame aquí, no tardare mucho” y yo me quede ahí esperando, contando los segundos hasta que ella volviera, escuchaba el sonido de sus tacos alejarse sumergirse dentro de ese gran bullicio de voces y pasos, siento la brisa en mi cara y escucho un “splash” que provoca un silencio perturbador. Es como cuando tienes miedo y un viento frio recorre tu espalda.
Yo empiezo a dar unos pasos y empiezo a murmurar, se pueden seguir escuchando pasos y voces nadie se ha detenido, nadie se ha inmutado por aquel sonido Las palabras salen de mi boca como un balbuceo incesante.
“Su cabeza esta alejada de su cuerpo, puedo ver sus ojos mirar su cuerpo esta destrozado, es como cuando aplastas la plastilina y sale por las ranuras entre tus dedos, me pregunto ¿acaso le habrá dolido?, ¿acaso habrá sufrido?, se pueden ver en sus ojos abiertos que no ha sufrido, tiene una expresión de sorpresa que hace maravillosa esta escena, me vuelo a preguntar ¿Por que nadie hace algo?, ¿Por qué nadie lo cubre?, ¿Por qué nadie la detiene de su lento caer? Resbalándose en su propia sangre, cual niño en un tobogan, ¿acaso esperan a que lo haga yo? “
Camino con miedo, paso a paso, me acerco a donde yace el muerto, respiro hondo y me acerco a verlo con mas detenimiento, acerco mi dedo aun con temor, los pensamientos invaden a mi cabeza “si lo toco se moverá” , siento una intensidad y angustia, mi cuerpo se vuelve pesado y puedo sentir como el tiempo se ralentiza a mi alrededor. Acerco mi dedo lentamente
El sonido de los tacos, clap clap clap, vuelven a acercarse, pone una mano sobre mi hombro y con su voz cariñosa me vuelve a decir “vámonos”.
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domingo, 12 de septiembre de 2010
Tres Veces Nueve por Lisandro
tomar una lapicera y querer escribir
sin saber como encarar tema alguno
y más en cuestiones del sentir,
con demasiadas cosas por decir.
Hoy es día clave para recordar,
hace ya un año que él no está,
se esfumó la presencia terrenal
pero sigue el recuerdo
de aquellos que están lejanos
pero que no nos son ajenos.
Nono, sabes que se anuda la garganta,
que el pecho oprime y se lastima,
que se pierden lagrimas,
que se siente vacío en el alma,
que te nombramos y se presenta
la nostalgia…
Pero igual se sonríe… sonreímos
por lo que nos dejaste.
Legados de experiencias
amurallados en la conciencia
de saber que viviste,
que te conocimos,
que te hiciste parte de cada corazón
y que aunque por un tiempo
no entramos en razón
hoy aceptamos las leyes
regidas por la naturaleza.
La vida es vida
y las condiciones de todo ser humano
tienen que ser cumplidas.
Que es injusta, lo dijimos,
que es tirana, lo decretamos
en el momento de despedida.
No nos explicamos
la falta de presencia sobre la mesa
en toda reunión familiar
el decir Godoy
y aceptar que no estarás
en la puerta, impaciente,
esperando la llegada de cada integrante.
De padre inmigrante,
de madre criolla,
de un paso doble,
de un tango llorón.
De un pueblo poco habitado,
de una casa alta,
de anécdotas ricas,
de los asados costumbristas.
Las boinas siguen colgadas,
tus rosas plantadas, hoy marchitas.
De la juventud en la marina,
de la caracterizada rebeldía,
de los cigarros armados,
de tus silencios sabios,
de tus frases sencillas y justas.
De tu biblioteca con enciclopedias.
De los cumpleaños y fiestas,
de tus bromas dispuestas,
de esa carcajada particular,
de esa mirada que hoy sigue
observando mi interior,
ojos caídos por los años
delatando tus experiencias
en el brillo nostálgico y pícaro,
De tu quinta y del cantar de tus pájaros,
de las únicas ocurrencias
que a nosotros, familia, no nos ocurría.
De tu generosidad,
de tu lento andar,
de tu lugar en ese banco,
de la pose en la silla
buscando la comodidad.
Hombre franco, de principios
de caprichos, de verdad.
Tus palabras se decretaron:
en tu casa naciste
y en ella te fuiste.
Tiempo antes dijiste
que iba a hacer en un día especial.
Quizás la sugestión me pueda.
Tres veces nueve hoy quedan
en tus palabras y en mi escuchar.
Pero más me quedan
en los enredos de mi conciencia
los recuerdos ya mencionados
y el saber que siempre vas a estar.
Si me reprocho a mi mismo
es no haber dicho cuanto te quería.
Hoy resalto lo mucho que TE QUIERO
y con nostálgica sonrisa
el saber que no te voy a olvidar.
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miércoles, 8 de septiembre de 2010
ENCUENTROS FUGACES por Carla
Era sábado, la noche llegó rápidamente. El aire era espeso. Las estrellas no se veían en el cielo tan oscuro.
La vi llegar, me di cuenta de lejos, pues llevaba el tapado rojo. Iluminaba la noche con su cabello rubio.
- Hola Claudia.
- Hola Manuel.
- ¿Hace mucho que me esperabas?
Le mentí, le dije que no.
Otra noche, otro encuentro fugaz.
¿Por qué no me quería? ¿Por qué? ¿Era tan difícil amarme? ¿Era tan difícil?
Si al final estaba conmigo. Siempre respondía que sí a mis invitaciones. Pero en realidad nunca estaba presente…
Era solo algo casual, pero yo quería más. Quería ser su novio, casarme con ella, tener una vida juntos. Quería que fuera mía, sólo mía. Entonces le pregunte:
- Claudia, ¿soy el único en tu vida?
- Ya lo hablamos Manuel, infinidad de veces…
- ¡Pero quiero aclararlo de una vez por todas!
- Pero ya me mataste Manuel, infinidad de veces…
- Te maté porque eras mía.
- Me mataste, pero aún así, seguimos hablando de lo mismo.
- Es que no me decís si sos mía.
- Dejame ir Manuel… dejame ir…
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viernes, 3 de septiembre de 2010
EL VIUDO SOLITARIO, por SIL
Eleuterio Paz era un hombre común, conocido en su barrio con el mote de ¨el viudo solitario¨.
Se ganaba la vida dando clases de Medicina Forense en la Universidad Pública. Era un tipo tan metódico como previsible y sus días transcurrían mansamente.
De lunes a viernes salía muy temprano a la mañana y volvía al caer el sol. Los martes (exclusivamente los martes), antes de comenzar el horario de clases, dejaba una bolsa conteniendo un juego de sábanas de seda amarilla y una toalla de hilado muy suave color coral intenso en la lavandería de la calle General Roca al 1200. Al terminar la jornada laboral, casi rayando el atardecer, retiraba el bolsón con la ropa lavada y perfumada, compraba 15 rosas amarillas en una florería que le quedaba de paso y buscaba su vianda en el restaurante de siempre. Entraba a su casa, iba al dormitorio, tendía prolijamente la cama de 2 plazas, ponía agua en un jarrón, acomodaba las rosas en la mesita de luz del lado izquierdo y guardaba la toalla en el cajón de la mesita de luz del lado derecho. Culminada esta faena, cerraba la puerta de su dormitorio.
Hacía más de 10 años que repetía sistemáticamente estos quehaceres y, una vez terminadas sus rutinarias tareas, cenaba frugalmente con la mirada clavada en el aparato de televisión. Las luces y los ruidos de la casa desaparecían exactamente a las 21,30.-
El fantasma de su esposa lo visitaba desde hacía 15 años todos los miércoles de 22 a 24. Se colaba por la ventana o por la cerradura del dormitorio, se mezclaba silenciosamente entre las frías sábanas de seda de tonos amarillos (su color favorito) tumbándose con etéreo movimiento en el lado izquierdo de la cama. Nunca faltaba en la mesita de luz de la siniestra, junto al retrato de la difunta, un ramo de flores amarillas que ella contemplaba con adoración mientras sonreía dulcemente. Eleuterio Paz había renunciado a yacer con otra mujer desde que había quedado viudo, y disfrutaba de esa singular relación post mórtem que el destino le había deparado.
Ella conservaba sus delicados rasgos y siempre acudía desnuda, perpetuando el aspecto de aquél día que muriera a la edad de 42 años sobre la camilla del quirófano en el hospital local, por causa de una peritonitis aguda. Él suponía que no había envejecido mucho desde aquel acontecimiento, pero el tema no le causaba demasiada preocupación, dado que ese detalle no afectaba las maravillosas veladas nocturnas que compartía con su esposa.
Pero (Nobleza me obligaba a plantear algún ¨pero¨), como todos sabemos, no existen las relaciones perfectas...
Por un equívoco, se presume involuntario, el fantasma de su hermosa vecina (muerta accidentalmente 17 años atrás debajo de la ducha- desnuda y mojada- en su cumpleaños número 21, por causa de una descarga eléctrica provocada en una falla del sistema de seguridad del edificio), ingresó por la ventana de la habitación de Eleuterio Paz la noche del miércoles (¡creyendo que era jueves!) justo en el mismo momento en que el fantasma de su esposa se colaba por la cerradura de la puerta.
Después de contemplar el indignante cuadro e ignorar las explicaciones que trataban de articular su infiel marido y el fantasma de su hermosa vecina -cuya pálida desnudez estaba cubierta por su larga cabellera mojada y una toalla de suave hilado color coral intenso- (su color favorito), la ultrajada cónyuge arrojó contra de un espejo -que no la reflejaba- el vidrio que sostenía su retrato- símbolo de unión y armonía eternas de su matrimonio-, haciendo añicos el vínculo sagrado y partiendo para nunca más regresar a los placeres del lecho conyugal.
A pesar de tanto griterío y cristales rotos, Eleuterio Paz no tardó mucho en reponerse de aquel desagradable episodio. Para éso, tomó algunas medidas resolutivas: barrió el piso de mármol de su habitación, se deshizo de todas las esquirlas, archivó el portarretrato de su esposa, no volvió a pasar por la florería, regaló las viejas sábanas de seda amarilla y las reemplazó por un flamante juego de sábanas de seda color coral intenso.
Desde entonces, repite cada martes la doble visita a la lavandería en los habituales horarios, concurre al cine todos los miércoles de 22 a 24 y luego regresa a su casa para echarse a dormir plácidamente.
El fantasma de su hermosa vecina lo sigue visitando (cumpliendo rigurosamente la rutina de los últimos 17 años) todos los jueves de 22 a 24, y muy excepcionalmente algún que otro miércoles, si el cine no ofrece una película demasiado interesante…
FIN
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