Ellos saben quién soy, cómo soy, y por qué soy. Ellos me conocen en los versos, en mis matices y en el círculo armonioso o alterado de todo color, toda sensación.
Ellos saben que el color verde me identifica y que lo incluyo y lo nombro antes que otros colores… Verde de esperanza que siempre lo llamo “mi verde de confianza”, porque la suelo tener la mayor parte de mi tiempo.
El blanco es la pureza, que la uso cuando quiero, y la inocencia que guardo en las profundidades de mis más adentros… Ya no encuentro esa blancura, y prefiero no buscarla.
De un rojo pasión, a un rojo gastado pasan los amoríos por diferentes versos, los incluyo en un noventa por ciento. Me gusta contarlos, vivirlos, sentirlo, sufrirlos e inventarlos.
“El gris también es un color” (dijo una gran amiga) que me sabe llevar a la monotonía, a esos días donde las sensaciones son netas y los pensamientos nulos, permitiéndome el sabor agridulce de algunas líneas.
Al negro no lo veo como un color oscuro, es bastante claro para las coplas tristes y agónicas… es uno de mis preferidos.
El amarillo es la picardía de mis actos, humor irónico del ir y venir por cada situación alarmante… Me hace trastabillar por los rincones de todo sentimiento, y es un buen recurso para enfrentarme a distintas realidades.
El azul, fuente de vida y creación como la tinta de una pluma, fuerza que se manifiesta en mis estados de energía, muchas veces en la venganza… pero es débil ante las lágrimas de sangre y la congoja ardiente.
También el violeta es el deseo de mis sueños, los sueños de mis ilusiones, y las ilusiones de añoranzas y las añoranzas de mis tiempos y etc etc etc.
El anaranjado representa el odio de mis inventos, nunca lo tengo presente, pero en cuanto haya oportunidad voy a temerle demasiado…
Y al plateado lo utilizo como escudo para aquellos que me ofenden a las espaldas… Son mis ojos ciegos ante una realidad que me lastima, a veces me perforan, pero otras, los puedo hacer revotar.
Ellos, esos colore de mi imaginación e inspiración forman mi kapasulino. Todos lo tenemos presente y escondido en cualquier rama del arte. Particularmente mi mente, mi alma y mi corazón son simplemente papeles en blanco que dependiendo del estado en que me encuentro me pintan cualquier letra de siesta o de madrugada.
No se escriben, se pintan, se mezclan, me manchan, interactúan de una forma alocada… Sueles reír, llorar, pelear sufrir soñar y amar… pero siempre con esa locura de sabor dulce.
Mi Kapasulino cada vez esta más alocado y quiere ser visto por los demás. Yo le doy el espacio y trato de demostrarlo, no sé si es la mejor manera, pero me hace feliz…
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