viernes, 28 de enero de 2011
LUNA por Susana
Vieja luna blanca
polvo y tierra yerma
cabellera plata que un Sol te presta.
Alma solitaria.
Dueña de la noche que vives en vela
osamenta nácar, que la luz refleja
vida que no alcanza a encender tu mecha,
solo te delata en tu osamenta…
que desnuda entregas.
Triste calavera.
Pobre luna extinta que de miel no eras,
cerraran tus ojos, órbitas resecas,
el día que apaguen su luz las estrellas.
Y por fin descanses.
Y por fin te duermas…
Etiquetas:
Maria Susana Ferreira,
poemas
lunes, 24 de enero de 2011
SI ESCRIBE, ¿POR QUÉ CREE QUE LO HACE?
Esta pregunta es un ejercicio literario que realizamos en el Taller. Para conocer las respuestas de cada uno de los integrantes cliquea Leer mas…
RESPUESTA DE NOELIA:
Y al escribir,
descansa el alma en cada línea,
respira al instante justo
antes de estallar con el último suspiro.
RESPUESTA DE LISANDRO:
Si me hubiesen preguntado por que escribo hace 6 años atrás, mi respuesta era: “para matar la soledad”
Hoy en día, puedo decir que escribo para divertirme es una justificación y en todo caso una diversión. No me creo un gran escritor, ni pretendo ser un poeta, sólo lo hago para matar el tiempo y buscar la manera de dejarme llevar por las líneas, de esa manera me gusta entrar en un delirium y expandirme, y experimentar ese trance en el cual soy conciente, o no, de lo escrito, pero al tiempo de ver el trabajo terminado hacer el crack, y tener una sonrisa de satisfacción estando conforme o desconforme con lo terminado.
RESPUESTA DE IVÁN:
Escribo porque un día me animé a hacerlo, y el que ha compartido esa experiencia sabe que una palabra trae a otra. Nunca hay una última emoción, en el peor de los casos se esta preso entre un punto y una coma.
RESPUESTA DE CARLA:
Escribo porque un día no se me ocurrió hacer otra cosa, o porque me nació a los 14 años la necesidad de hacerlo.
Escribo porque también me gustaba (y me gusta) leer, y se despertó en mí la curiosidad de las letras.
Escribo porque me gusta, me gusta de verdad, y cuando creo alguna historia lo disfruto muchísimo, más que cualquier otra cosa.
Escribo porque hace unos días descubrí que era mi vocación. Años buscándola, cuando las letras estuvieron siempre delante de mis ojos.
Escribo porque lo siento, escribo porque me hace bien. Escribo porque amo hacerlo.
RESPUESTA DE SILVINA:
Escribo porque puedo y porque quiero:
La altura inalcanzable de los cielos.
La estrella que eligió habitar mi padre.
La anchura que es del mar inabarcable.
La arena y su dorada infinitud.
La luna que podría ser de nácar.
El río que se escurre dulcemente.
Veranos sin principios ni finales.
Coserme un par de alas invisibles.
Decirte que te amo sin escrúpulos.
Librarme de la ropa y de las sombras.
Ser otra vez tu esclava (por un rato…)
Reír hasta llorar sobre el teclado.
Tornar un monitor en mil ventanas.
Hacer con cada lágrima un aljófar.
Lograr que mi tragedia sea un sainete.
Y un banco una zafírea alfombra mágica.
Vivir- después de muerta- en un libro
cuajado de poemas y de sueños
CUMPLIDOS.
RESPUESTA DE SUSANA:
Si, escribo. A veces, creo que es por una necesidad incluso ajena a mi voluntad.
No decido ni el momento, ni el día, no sigo un patrón de conducta pre-determinado.
No se si soy autor o vehículo, si, me doy cuenta, que no es fácil que el lector entienda lo que quise decir....o será que yo misma no lo entiendo al ser vehículo.
Leer más...
Etiquetas:
Carla,
Ivan Ignacio,
Lisandro E. Penazzo,
Maria Susana Ferreira,
Noelia Arizaga,
SIL,
Trabajos Grupales
jueves, 20 de enero de 2011
CINCO POEMAS DE BOLSILLO, por SIL
TANKAS
短歌
Y si acaso a alguien les caben en el sayo,
que se los ponga...
そして、もしチャンスが誰かが場所ですコートに収まるように...
En tu anaquel
se han dormido mis libros
con dos alianzas.
Como yo alguna vez,
todo te pertenece.
...............................................
Sus hojas blancas,
aunque no son de otoño,
se les parecen.
No sabrán que tu amor
me ha dictado esos versos.
.................................................
La vida es breve,
momentáneas espumas
nos rozan y se van.
Éso hizo tu boca
con mis blancas arenas.
..............................................
Mueren los pájaros
como mueren las flores,
como nosotros.
El amor verdadero
permanece por siempre.
.................................................
Seis rosas pálidas,
mi nombre sobre el mármol
y un par de fechas.
No escribieron, no quise,
que te amé como a nadie.
....................................................
......................................................
Leer más...
lunes, 17 de enero de 2011
La busqueda del Conakry por Ivan
Esta historia tiene su origen en el cuento: “El Conakry” (Clic Aquí) para lograr un entendimiento de la trama
4- Los últimos meses
Es irónico extrañar un ciclo que te consumió la vida. Siempre peso sobre mí: sentirse la persona más intrascendente de la historia humana. Una vida familiar inexistente, solo tuve una madre, quien se vino a vivir de un océano a otro, con solo con una valija y un feto en el vientre, negándose a abrir la boca cuando preguntaban de su pasado. ¿Sería yo tal vez el último vestigio del linaje menos considerado de la historia? .No vale la pena pensar en cosas tan tristes. Mi vida laboral tampoco nunca me ayudo a sentirme importante ni por un segundo. Ni siquiera me sentí necesario cuando venia el Conakry.
Este tipo de angustia que me dejaba estático el pulso, empezó a acecharme cuando entendí que debía jubilarme pronto. ¿Que haría un hombre muy maduro que nada sabia hacer salvo usar una linterna? ¿Adonde iría si no más que una casa de madera en la ladera? ¿Cómo podría recorrer el mundo con una mísera pensión? ¿Cómo evitaría sentirme cada vez más triste?
La última noche de trabajo, fui a “ocupar” mi lugar, no salí a patrullar, nunca nada había pasado en cuarenta y cinco años, si pasaba ese día sería un suceso. En lugar de hablar quince minutos con el portero Yuri, mi único amigo, me pasé hablando toda la noche, sentado en su cabina tomando café al resguardo del crudo invierno.
Le conté lo que venia sintiendo en esos últimos meses. Me miró sorprendido. Estiró su mano sobre mi hombro y me dijo: -Usted debe ser la única persona que ve al fantasma humeante del puerto.-
-Pero nunca supe si es verdad, es muy probable que sea un timo de mi imaginación.-
-Yo le creo. No importa el motivo, pero yo le creo.-
5 – La linterna
Mis primeros días de jubilado siguieron los hábitos de cuatro décadas de trabajo, de a poco fui conociendo las mañanas en las cuales antes dormía, pero nunca sentí que fuera lo mío. Siempre fui una persona solitaria, casi no sabia interactuar en un grupo.
Me volví a las noches, mi vida estaba encausada así, no quería retar al destino, era muy viejo para eso. Patrullé azarosamente las calles por las noches, sin ver más que zorros revolviendo desperdicios.
Un día me topé con la entrada al puerto, allí estaba Yuri. Me le acerqué y nos saludamos con un abrazo; me contó que ya no había sereno, solo estaba Él de noche para cuidar todo.
-Se extrañan las conversaciones contigo. Ya sabes que tienes invitación vitalicia a tomar café- me dijo.
Me sentí feliz, por primera vez en años, volví siempre que el clima y el casi septuagenario ánimo lo permitieron. A veces íbamos con Yuri a hacer un recorrido por los muelles.
Fingía revisar mis palangres cuando en realidad iba a esperar al capitán y su barco que con su luz develaba al fantasma de los muelles. Nunca habría aprovechado la oportunidad, pero pasaban los años, los veranos se enfriaban en otoños y me credibilidad se hacía añicos.
Una vez, mientras caminábamos dije: -Hoy es el equinoccio.-
Yuri me miró y me dijo: - Se va otro verano sin ver el Conakry.-
-Me tiene preocupado.-
-No creo que haya existido. Tal vez es cierto que haya sido tu imaginación.- Dijo cuidando de no ofenderme.
-Yo juro que no sé si el vapor que se hace hombre es humano. Pero el Conakry… Yo mismo he saltado sobre su cubierta, yo mismo le amarré cada vez que vino en los últimos veinte años.-
-Yo nunca lo vi.-
-Podemos ver el registro.- Sugerí
6 – Pagina 8
Luego de limpiarnos los pies, entramos descalzos a la oficina, soportando el frío a toda costa, con la linterna nos guiamos entre los escritorios.
-Cuidémonos de tocar solo lo necesario.- Dijo Yuri.
Asentí con mi cabeza, revisamos con cuidado cada registro en los últimos años, todo ver que nunca había sido escrita la palabra: Conakry, nunca un barco había atracado de noche. Y por mas que insistiera hurgando cuanto papel hubiese archivado allí, jamás ocurrió que un determinado barco viniese exclusivamente en finales de verano, rechazando la posibilidad de que este cambiara de nombre.
Con Yuri aburrido, busqué sin compañía primero en los barcos de origen africano, después en los de poco calado, me arriesgue en buscando en los pesqueros, pues tenia aspecto de serlo.
La situación era extraña, ¿realmente era un fabulador? ¿No tenia otra cosa que hacer en la vida mas que llamar la atención con historias fantásticas a mi único amigo? Estaba desahuciado.
Me senté en el suelo, ya no me importaba el frío.
Yuri me miró y me dijo: -Toma… lee el diario.- y doblado por la mitad me lo arrojó con sutileza.
-Pagina 8.- dijo
Leí la noticia: “El puerto de la ciudad generará diez nuevos puestos de trabajo”.
La noticia hablaba de una inversión del estado en ampliar el puerto, la seguí leyendo como si nada la popularmente aclamada noticia hasta el siguiente segmento: “Dentro de los puestos generados, seis serán estibadores, dos aprendices mecánicos navales, un buzo táctico y un sereno; Estos dos últimos son puestos con los que nunca se contó personal.”
Leí la noticia una vez mas, mi amigo revisaba los archivos de otra oficina, me levanté y le dije a Yuri:-¿Cómo que aquí nunca hubo sereno?
-Tu nombre no aparece en los registros.- Me dijo mirándome con sorpresa.
NdeA: El relato de esta extraña vivencia concluye en el texto "El viaje en el Conakry" Leer más...
4- Los últimos meses
Es irónico extrañar un ciclo que te consumió la vida. Siempre peso sobre mí: sentirse la persona más intrascendente de la historia humana. Una vida familiar inexistente, solo tuve una madre, quien se vino a vivir de un océano a otro, con solo con una valija y un feto en el vientre, negándose a abrir la boca cuando preguntaban de su pasado. ¿Sería yo tal vez el último vestigio del linaje menos considerado de la historia? .No vale la pena pensar en cosas tan tristes. Mi vida laboral tampoco nunca me ayudo a sentirme importante ni por un segundo. Ni siquiera me sentí necesario cuando venia el Conakry.
Este tipo de angustia que me dejaba estático el pulso, empezó a acecharme cuando entendí que debía jubilarme pronto. ¿Que haría un hombre muy maduro que nada sabia hacer salvo usar una linterna? ¿Adonde iría si no más que una casa de madera en la ladera? ¿Cómo podría recorrer el mundo con una mísera pensión? ¿Cómo evitaría sentirme cada vez más triste?
La última noche de trabajo, fui a “ocupar” mi lugar, no salí a patrullar, nunca nada había pasado en cuarenta y cinco años, si pasaba ese día sería un suceso. En lugar de hablar quince minutos con el portero Yuri, mi único amigo, me pasé hablando toda la noche, sentado en su cabina tomando café al resguardo del crudo invierno.
Le conté lo que venia sintiendo en esos últimos meses. Me miró sorprendido. Estiró su mano sobre mi hombro y me dijo: -Usted debe ser la única persona que ve al fantasma humeante del puerto.-
-Pero nunca supe si es verdad, es muy probable que sea un timo de mi imaginación.-
-Yo le creo. No importa el motivo, pero yo le creo.-
5 – La linterna
Mis primeros días de jubilado siguieron los hábitos de cuatro décadas de trabajo, de a poco fui conociendo las mañanas en las cuales antes dormía, pero nunca sentí que fuera lo mío. Siempre fui una persona solitaria, casi no sabia interactuar en un grupo.
Me volví a las noches, mi vida estaba encausada así, no quería retar al destino, era muy viejo para eso. Patrullé azarosamente las calles por las noches, sin ver más que zorros revolviendo desperdicios.
Un día me topé con la entrada al puerto, allí estaba Yuri. Me le acerqué y nos saludamos con un abrazo; me contó que ya no había sereno, solo estaba Él de noche para cuidar todo.
-Se extrañan las conversaciones contigo. Ya sabes que tienes invitación vitalicia a tomar café- me dijo.
Me sentí feliz, por primera vez en años, volví siempre que el clima y el casi septuagenario ánimo lo permitieron. A veces íbamos con Yuri a hacer un recorrido por los muelles.
Fingía revisar mis palangres cuando en realidad iba a esperar al capitán y su barco que con su luz develaba al fantasma de los muelles. Nunca habría aprovechado la oportunidad, pero pasaban los años, los veranos se enfriaban en otoños y me credibilidad se hacía añicos.
Una vez, mientras caminábamos dije: -Hoy es el equinoccio.-
Yuri me miró y me dijo: - Se va otro verano sin ver el Conakry.-
-Me tiene preocupado.-
-No creo que haya existido. Tal vez es cierto que haya sido tu imaginación.- Dijo cuidando de no ofenderme.
-Yo juro que no sé si el vapor que se hace hombre es humano. Pero el Conakry… Yo mismo he saltado sobre su cubierta, yo mismo le amarré cada vez que vino en los últimos veinte años.-
-Yo nunca lo vi.-
-Podemos ver el registro.- Sugerí
6 – Pagina 8
Luego de limpiarnos los pies, entramos descalzos a la oficina, soportando el frío a toda costa, con la linterna nos guiamos entre los escritorios.
-Cuidémonos de tocar solo lo necesario.- Dijo Yuri.
Asentí con mi cabeza, revisamos con cuidado cada registro en los últimos años, todo ver que nunca había sido escrita la palabra: Conakry, nunca un barco había atracado de noche. Y por mas que insistiera hurgando cuanto papel hubiese archivado allí, jamás ocurrió que un determinado barco viniese exclusivamente en finales de verano, rechazando la posibilidad de que este cambiara de nombre.
Con Yuri aburrido, busqué sin compañía primero en los barcos de origen africano, después en los de poco calado, me arriesgue en buscando en los pesqueros, pues tenia aspecto de serlo.
La situación era extraña, ¿realmente era un fabulador? ¿No tenia otra cosa que hacer en la vida mas que llamar la atención con historias fantásticas a mi único amigo? Estaba desahuciado.
Me senté en el suelo, ya no me importaba el frío.
Yuri me miró y me dijo: -Toma… lee el diario.- y doblado por la mitad me lo arrojó con sutileza.
-Pagina 8.- dijo
Leí la noticia: “El puerto de la ciudad generará diez nuevos puestos de trabajo”.
La noticia hablaba de una inversión del estado en ampliar el puerto, la seguí leyendo como si nada la popularmente aclamada noticia hasta el siguiente segmento: “Dentro de los puestos generados, seis serán estibadores, dos aprendices mecánicos navales, un buzo táctico y un sereno; Estos dos últimos son puestos con los que nunca se contó personal.”
Leí la noticia una vez mas, mi amigo revisaba los archivos de otra oficina, me levanté y le dije a Yuri:-¿Cómo que aquí nunca hubo sereno?
-Tu nombre no aparece en los registros.- Me dijo mirándome con sorpresa.
NdeA: El relato de esta extraña vivencia concluye en el texto "El viaje en el Conakry" Leer más...
Etiquetas:
Cuento,
Ivan Ignacio,
suspenso
miércoles, 12 de enero de 2011
Llueve de angustia. Por Noelia.
Hoy cae la lluvia de la angustia que le dio tu llanto.
En esta noche tormentosa donde las luces se apagaron…
Sonríe como aquel día, respira como aquella tarde, ámame como aquella noche… Donde no hubo ni tiempo ni reloj, y para tal caso, no importó;
...donde la alegría escapaba de tus ojos...
Le pedí al cielo que no desaparezcas, que no te esfumes, que te quedes un poco más… Ahí donde estás, en el profundo baúl de la memoria oculta, que lo entierro bajo llave y lo desentierro cada vez al temer tu escape.
Como las hormigas un día de lluvia, huis de noche a mis espaldas, para que mi sexo no te retenga y no sea mi llanto el que te humedezca la piel.
Le pedí al cielo que perdures para mi… quiero volver a verlo, también a las estrellas, o al día, y que ninguno se aproveche de mi necesidad por tus ojos.
Quedate un poco más, si no te recuerdo, se desvanece el tiempo y yo moriría con el.
Leer más...
En esta noche tormentosa donde las luces se apagaron…
Sonríe como aquel día, respira como aquella tarde, ámame como aquella noche… Donde no hubo ni tiempo ni reloj, y para tal caso, no importó;
...donde la alegría escapaba de tus ojos...
Le pedí al cielo que no desaparezcas, que no te esfumes, que te quedes un poco más… Ahí donde estás, en el profundo baúl de la memoria oculta, que lo entierro bajo llave y lo desentierro cada vez al temer tu escape.
Como las hormigas un día de lluvia, huis de noche a mis espaldas, para que mi sexo no te retenga y no sea mi llanto el que te humedezca la piel.
Le pedí al cielo que perdures para mi… quiero volver a verlo, también a las estrellas, o al día, y que ninguno se aproveche de mi necesidad por tus ojos.
Quedate un poco más, si no te recuerdo, se desvanece el tiempo y yo moriría con el.
Etiquetas:
Noelia Arizaga,
Poemas.
martes, 4 de enero de 2011
Edgar Allan Poe por Lisandro
Edgar Allan Poe (1809-1849), escritor, poeta y crítico estadounidense, más conocido como el primer maestro del relato corto, en especial de terror y misterio.
Nació en Boston el 19 de enero de 1809. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron siendo él niño, y fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico de Richmond (Virginia), que probablemente fue su padrino. A los seis años viajó con la familia Allan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Después de regresar a Estados Unidos en 1820 siguió estudiando en centros privados y asistió a la universidad de Virginia durante un año, pero en 1827 su padre adoptivo, disgustado por la afición del joven a la bebida y al juego, se negó a pagar sus deudas y lo obligó a trabajar como empleado.
Contrariando la voluntad de Allan, Poe abandonó su nuevo trabajo, que detestaba, y viajó a Boston donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Poco después, se alistó en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y se reconcilió con Allan, que le consiguió un cargo en la Academia militar, pero a los pocos meses fue despedido por negligencia en el deber; su padre adoptivo le repudió para siempre.
Al año siguiente de publicar su tercer libro, Poemas (1831), se trasladó a Baltimore, donde vivió con su tía y una sobrina de 11 años, Virginia Clemm. En 1832, su cuento 'Manuscrito encontrado en una botella' ganó un concurso patrocinado por el Baltimore Saturday Visitor. De 1835 a 1837 fue redactor de Southern Baltimore Messenger. En 1836 se casó con su joven sobrina y durante la década siguiente, gran parte de la cual fue desgraciada a causa de la larga enfermedad de Virginia, Poe trabajó como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y su supuesto consumo de drogas, atestiguado por sus contemporáneos, pudo contribuir a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849.
POESÍA Y ENSAYOS
Entre la producción poética de Poe, se destacan una docena de poemas por su impecable construcción literaria y por sus ritmos y temas obsesivos. En 'El cuervo' (1845), por ejemplo, el autor se siente abrumado por la melancolía y los augurios de la muerte. Su dominio extraordinario del ritmo y el sonido es particularmente evidente en 'Las campanas' (1849), un poema que evoca el repique de los instrumentos metálicos, y 'El durmiente' (1831), que produce un estado de somnolencia. 'Lenore' (1831) y 'Annabel Lee' (1849) son elegías a la muerte de una hermosa joven. Su obra poética refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Keats, Shelley y Coleridge, y su interés romántico por lo oculto y lo diabólico, al estilo del español Gustavo Adolfo Bécquer.
Su trabajo como redactor consistió en buena parte en reseñar libros, escribiendo un significativo número de críticas. Sus ensayos se hicieron famosos por su sarcasmo, ingenio y exposición de pretensiones literarias; son valoraciones que han resistido el paso del tiempo situándolo entre los mejores críticos literarios estadounidenses. Sus teorías sobre la naturaleza de la ficción y, en particular, sus ensayos sobre el cuento, han tenido una influencia duradera en escritores americanos y europeos.
CUENTOS
Poe quiso ser poeta, pero la necesidad económica le obligó a abordar el relativamente beneficioso género de la prosa. Cierto o no que inventase el cuento, fue quien inició la novela policíaca. Quizá su relato más famoso en este género sea 'El escarabajo de oro' (1843), que trata de la búsqueda de un tesoro enterrado. 'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), 'El misterio de Marie Rogêt' (1842-1843) y 'La carta robada' (1844) están considerados como los predecesores de la moderna novela de misterio o policíaca.
Además de su soberbia construcción argumental, la mayoría de sus cuentos sobresalen por la morbidez de su inventiva. Destacan “La caída de la casa User” (1839), en el que tanto el argumento como los personajes acentúan la penetrante melancolía de su atmósfera; “El pozo y el péndulo” (1842) es un escalofriante relato de crueldad y tortura; en “El corazón delator” (1843) un maníaco asesino es empujado por su inconsciente a confesar su culpa, “El barril del amontillado” (1846), es un relato estremecedor de venganza, “Berenice”(1835) y “El entierro prematuro”(1844), son cuentos en los que se aborda la temática de la catalepsia, muy común en el siglo XIX.
Leer más...
Nació en Boston el 19 de enero de 1809. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron siendo él niño, y fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico de Richmond (Virginia), que probablemente fue su padrino. A los seis años viajó con la familia Allan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Después de regresar a Estados Unidos en 1820 siguió estudiando en centros privados y asistió a la universidad de Virginia durante un año, pero en 1827 su padre adoptivo, disgustado por la afición del joven a la bebida y al juego, se negó a pagar sus deudas y lo obligó a trabajar como empleado.
Contrariando la voluntad de Allan, Poe abandonó su nuevo trabajo, que detestaba, y viajó a Boston donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Poco después, se alistó en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y se reconcilió con Allan, que le consiguió un cargo en la Academia militar, pero a los pocos meses fue despedido por negligencia en el deber; su padre adoptivo le repudió para siempre.
Al año siguiente de publicar su tercer libro, Poemas (1831), se trasladó a Baltimore, donde vivió con su tía y una sobrina de 11 años, Virginia Clemm. En 1832, su cuento 'Manuscrito encontrado en una botella' ganó un concurso patrocinado por el Baltimore Saturday Visitor. De 1835 a 1837 fue redactor de Southern Baltimore Messenger. En 1836 se casó con su joven sobrina y durante la década siguiente, gran parte de la cual fue desgraciada a causa de la larga enfermedad de Virginia, Poe trabajó como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y su supuesto consumo de drogas, atestiguado por sus contemporáneos, pudo contribuir a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849.
POESÍA Y ENSAYOS
Entre la producción poética de Poe, se destacan una docena de poemas por su impecable construcción literaria y por sus ritmos y temas obsesivos. En 'El cuervo' (1845), por ejemplo, el autor se siente abrumado por la melancolía y los augurios de la muerte. Su dominio extraordinario del ritmo y el sonido es particularmente evidente en 'Las campanas' (1849), un poema que evoca el repique de los instrumentos metálicos, y 'El durmiente' (1831), que produce un estado de somnolencia. 'Lenore' (1831) y 'Annabel Lee' (1849) son elegías a la muerte de una hermosa joven. Su obra poética refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Keats, Shelley y Coleridge, y su interés romántico por lo oculto y lo diabólico, al estilo del español Gustavo Adolfo Bécquer.
Su trabajo como redactor consistió en buena parte en reseñar libros, escribiendo un significativo número de críticas. Sus ensayos se hicieron famosos por su sarcasmo, ingenio y exposición de pretensiones literarias; son valoraciones que han resistido el paso del tiempo situándolo entre los mejores críticos literarios estadounidenses. Sus teorías sobre la naturaleza de la ficción y, en particular, sus ensayos sobre el cuento, han tenido una influencia duradera en escritores americanos y europeos.
CUENTOS
Poe quiso ser poeta, pero la necesidad económica le obligó a abordar el relativamente beneficioso género de la prosa. Cierto o no que inventase el cuento, fue quien inició la novela policíaca. Quizá su relato más famoso en este género sea 'El escarabajo de oro' (1843), que trata de la búsqueda de un tesoro enterrado. 'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), 'El misterio de Marie Rogêt' (1842-1843) y 'La carta robada' (1844) están considerados como los predecesores de la moderna novela de misterio o policíaca.
Además de su soberbia construcción argumental, la mayoría de sus cuentos sobresalen por la morbidez de su inventiva. Destacan “La caída de la casa User” (1839), en el que tanto el argumento como los personajes acentúan la penetrante melancolía de su atmósfera; “El pozo y el péndulo” (1842) es un escalofriante relato de crueldad y tortura; en “El corazón delator” (1843) un maníaco asesino es empujado por su inconsciente a confesar su culpa, “El barril del amontillado” (1846), es un relato estremecedor de venganza, “Berenice”(1835) y “El entierro prematuro”(1844), son cuentos en los que se aborda la temática de la catalepsia, muy común en el siglo XIX.
Leer más...
Etiquetas:
Biografía,
Lisandro E. Penazzo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)