Que se quemen las cartas viejas.
Que los silencios se dejen de escuchar.
Que paren de cantar
los versos alguna vez citados.
Que paren de llorar
los ojos ya lastimados.
Que deje de sangrar la garganta
porque es en tu himno de misericordia
que se ampollan con las suplicas.
porque es mi conciencia quien canta.
Que la memoria deje de repetir
una y otra vez las viejas historias.
y que las historias contadas
dejen de formar parte de la memoria.
Que el pecado cometido
sea perdonado por un ángel.
Y consagrados como mártires
el futuro sea bendecido.
Que si vivo, vivo en mi camino
conquistando mi destino.
Que si vives por tu lado
te deseo lo mismo.
No era nuestro empleo
compartir la vida juntos…
Lo siento. Te quise mucho.
Mi corazón te lo debo.
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miércoles, 18 de mayo de 2011
jueves, 7 de abril de 2011
mi ultimo respiro por Lisandro

Silba el viento. Es tarde de otoño.
Las hojas de los árboles
se mecen por la brisa.
Camino sobre el descampado
de la soledad habitada en mí,
y el eco de mi respiración
me acompaña dentro de la conciencia.
Un fuerte trueno retumba desde el cielo.
¿Será Dios dando un golpe de furia sobre su mesa?.
Llantos y quejidos de ancianos
abarcan sobre el campo mismo.
Las plegarias de los demonios condenados
retumban en mi espalda.
Ruidos de cadenas…
el aroma frío del metal oxidado
se impregna en mis venos.
Y una oratoria gregoriana
lastiman mis oídos
sangrándome desde el miedo… hasta la rendición.
Miro al cielo
en el momento preciso que una lágrima rasguña mi mejilla.
El ángel justiciero cae desde el cielo
implorando desde la congoja, su perdón.
Sé la respuesta.
Sé el final de mi destino.
Con voz ronca murmuro una maldición hacia Dios.
Me obligan a detener el paso
siento el frío del crepúsculo
en la desesperanza de mi piel.
Las brazas ya están encendidas
arden mis pies en el caminar.
Me quite las vendas de mis ojos y de mi orgullo.
Frente a mí: un árbol en llamas.
Sudor frío. Agitación permanente.
Plegarias a coro sobre mi espalda.
Gritos desde el cielo reclamando mi alma.
El ángel justiciero sin balanza, sin espada… sin alas.
Llantos de ancianos por todos lados.
Los demonios ríen a carcajadas mientras me lastiman con sus manos.
Desde el campo se impone una voz demencial.
Me tiembla el pulso.
Comienzo a llorar…
Mi último respiro…
Comenzó el ritual.
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Lisandro E. Penazzo,
Poemas.
viernes, 11 de marzo de 2011
Puntos suspensivos por Lisandro

Se estremece la tinta sobre el papel
una lagrima cae y corre como la hiel.
Es que no estás, y esto no da para más.
Intolerable, arduo silencio… no estás.
Y sé lo que quiero de esta poesía,
convertir en idilio, a la amarga elegía.
Pero al ser horrible, me es imposible
embellecer con letras… lo horrible.
Maldiciones al suspiro del viento
me quita las ganas con su lamento.
Y con la mirada no encuentro nada.
Arde sobre las ilusiones… la mirada.
Porque son mis ansias de encontrar
para poder, con rigor, mis ideas calmar
Y clamarle al viento por recordarle
los recuerdos ingratos…y clamarle.
Este camino se me hace pesado
mas toda la culpa es del pasado.
Porque mentí una vez por aquello que sentí
y perdí dos veces el sentir… porque mentí.
Hoy imploro con velas al destino
tropezar con lo perdido sobre el camino.
Continúo con valor, pero sigo con dolor
sobre el camino de piedras… con valor.
Interrumpo mis plegarias ante los versos
y les doy rienda suelta a los secretos.
Aquello que busco, como un loco brusco
esta frente a mí… aquello que busco.
Aquello que buscaba, lo tengo en mis manos
pero no les diré nada, mis queridos hermanos.
No habrá puntos suspensivos, ni quiero ser ofensivo.
No daré fin a la poesía… puntos suspensivos...
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
sábado, 5 de febrero de 2011
Silencio por Lisandro
Silencio
Con el grito sangrado te aclamo,
con el cuerpo lastimado me sacrifico
ante el minuto que no puedo estar a tu lado
ante los días interminables donde solo el crepúsculo
es testigo de esta soledad.
Cómo lastima esta realidad.
Las heridas se abren ante el recuerdo,
llorarte, ya no puedo.
¿Esperar? Me rindo al tiempo.
Hoy estás tan lejos.
Hoy estás del otro lado del puerto,
detrás del mar
y yo… hundido en ilusiones
resistiendo las sensaciones
desespero.
Desespero en el silencio de la noche,
noche donde tu voz mas se acerca,
donde en mi oído se pronuncia
aquellas palabras prometidas.
Sos mi ilusión incumplida.
Pero algo impide decirte adiós
en la eterna despedida.
No puedo decirte hasta otro día
si ese día puede que no exista.
Puedo decir que te extraño,
que necesito de tu vida.
Puedo decir que te amo
y decir que estoy loco todavía.
Hoy no tengo a quien recurrir
quien me salve de esta soledad
quien me desligue este pesar.
Los Ángeles me dieron la espalda
cometí el sacrilegio de inventarte en mi religión
como un Dios a quien se ama
a quien se le rinde cuentas,
pero también a quien se le reclama.
Me cerraron las puertas
no tengo sortilegio,
mas me condena el silencio
y el arrepentimiento de no declararte
este amor que en estandarte
se rindió sin ser triunfante
en el juego de los amantes.
La conciencia me condena
pues cerré yo mismo la puerta.
En silencio puedo amarte,
aunque te mire de lejos
y te tenga muy cerca
aunque te mire… sin mirarte
Leer más...
Con el grito sangrado te aclamo,
con el cuerpo lastimado me sacrifico
ante el minuto que no puedo estar a tu lado
ante los días interminables donde solo el crepúsculo
es testigo de esta soledad.
Cómo lastima esta realidad.
Las heridas se abren ante el recuerdo,
llorarte, ya no puedo.
¿Esperar? Me rindo al tiempo.
Hoy estás tan lejos.
Hoy estás del otro lado del puerto,
detrás del mar
y yo… hundido en ilusiones
resistiendo las sensaciones
desespero.
Desespero en el silencio de la noche,
noche donde tu voz mas se acerca,
donde en mi oído se pronuncia
aquellas palabras prometidas.
Sos mi ilusión incumplida.
Pero algo impide decirte adiós
en la eterna despedida.
No puedo decirte hasta otro día
si ese día puede que no exista.
Puedo decir que te extraño,
que necesito de tu vida.
Puedo decir que te amo
y decir que estoy loco todavía.
Hoy no tengo a quien recurrir
quien me salve de esta soledad
quien me desligue este pesar.
Los Ángeles me dieron la espalda
cometí el sacrilegio de inventarte en mi religión
como un Dios a quien se ama
a quien se le rinde cuentas,
pero también a quien se le reclama.
Me cerraron las puertas
no tengo sortilegio,
mas me condena el silencio
y el arrepentimiento de no declararte
este amor que en estandarte
se rindió sin ser triunfante
en el juego de los amantes.
La conciencia me condena
pues cerré yo mismo la puerta.
En silencio puedo amarte,
aunque te mire de lejos
y te tenga muy cerca
aunque te mire… sin mirarte
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Lisandro E. Penazzo,
Poemas.
lunes, 24 de enero de 2011
SI ESCRIBE, ¿POR QUÉ CREE QUE LO HACE?

Esta pregunta es un ejercicio literario que realizamos en el Taller. Para conocer las respuestas de cada uno de los integrantes cliquea Leer mas…
RESPUESTA DE NOELIA:
Y al escribir,
descansa el alma en cada línea,
respira al instante justo
antes de estallar con el último suspiro.
RESPUESTA DE LISANDRO:
Si me hubiesen preguntado por que escribo hace 6 años atrás, mi respuesta era: “para matar la soledad”
Hoy en día, puedo decir que escribo para divertirme es una justificación y en todo caso una diversión. No me creo un gran escritor, ni pretendo ser un poeta, sólo lo hago para matar el tiempo y buscar la manera de dejarme llevar por las líneas, de esa manera me gusta entrar en un delirium y expandirme, y experimentar ese trance en el cual soy conciente, o no, de lo escrito, pero al tiempo de ver el trabajo terminado hacer el crack, y tener una sonrisa de satisfacción estando conforme o desconforme con lo terminado.
RESPUESTA DE IVÁN:
Escribo porque un día me animé a hacerlo, y el que ha compartido esa experiencia sabe que una palabra trae a otra. Nunca hay una última emoción, en el peor de los casos se esta preso entre un punto y una coma.
RESPUESTA DE CARLA:
Escribo porque un día no se me ocurrió hacer otra cosa, o porque me nació a los 14 años la necesidad de hacerlo.
Escribo porque también me gustaba (y me gusta) leer, y se despertó en mí la curiosidad de las letras.
Escribo porque me gusta, me gusta de verdad, y cuando creo alguna historia lo disfruto muchísimo, más que cualquier otra cosa.
Escribo porque hace unos días descubrí que era mi vocación. Años buscándola, cuando las letras estuvieron siempre delante de mis ojos.
Escribo porque lo siento, escribo porque me hace bien. Escribo porque amo hacerlo.
RESPUESTA DE SILVINA:
Escribo porque puedo y porque quiero:
La altura inalcanzable de los cielos.
La estrella que eligió habitar mi padre.
La anchura que es del mar inabarcable.
La arena y su dorada infinitud.
La luna que podría ser de nácar.
El río que se escurre dulcemente.
Veranos sin principios ni finales.
Coserme un par de alas invisibles.
Decirte que te amo sin escrúpulos.
Librarme de la ropa y de las sombras.
Ser otra vez tu esclava (por un rato…)
Reír hasta llorar sobre el teclado.
Tornar un monitor en mil ventanas.
Hacer con cada lágrima un aljófar.
Lograr que mi tragedia sea un sainete.
Y un banco una zafírea alfombra mágica.
Vivir- después de muerta- en un libro
cuajado de poemas y de sueños
CUMPLIDOS.
RESPUESTA DE SUSANA:
Si, escribo. A veces, creo que es por una necesidad incluso ajena a mi voluntad.
No decido ni el momento, ni el día, no sigo un patrón de conducta pre-determinado.
No se si soy autor o vehículo, si, me doy cuenta, que no es fácil que el lector entienda lo que quise decir....o será que yo misma no lo entiendo al ser vehículo.
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Trabajos Grupales
martes, 4 de enero de 2011
Edgar Allan Poe por Lisandro
Edgar Allan Poe (1809-1849), escritor, poeta y crítico estadounidense, más conocido como el primer maestro del relato corto, en especial de terror y misterio.
Nació en Boston el 19 de enero de 1809. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron siendo él niño, y fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico de Richmond (Virginia), que probablemente fue su padrino. A los seis años viajó con la familia Allan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Después de regresar a Estados Unidos en 1820 siguió estudiando en centros privados y asistió a la universidad de Virginia durante un año, pero en 1827 su padre adoptivo, disgustado por la afición del joven a la bebida y al juego, se negó a pagar sus deudas y lo obligó a trabajar como empleado.
Contrariando la voluntad de Allan, Poe abandonó su nuevo trabajo, que detestaba, y viajó a Boston donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Poco después, se alistó en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y se reconcilió con Allan, que le consiguió un cargo en la Academia militar, pero a los pocos meses fue despedido por negligencia en el deber; su padre adoptivo le repudió para siempre.
Al año siguiente de publicar su tercer libro, Poemas (1831), se trasladó a Baltimore, donde vivió con su tía y una sobrina de 11 años, Virginia Clemm. En 1832, su cuento 'Manuscrito encontrado en una botella' ganó un concurso patrocinado por el Baltimore Saturday Visitor. De 1835 a 1837 fue redactor de Southern Baltimore Messenger. En 1836 se casó con su joven sobrina y durante la década siguiente, gran parte de la cual fue desgraciada a causa de la larga enfermedad de Virginia, Poe trabajó como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y su supuesto consumo de drogas, atestiguado por sus contemporáneos, pudo contribuir a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849.
POESÍA Y ENSAYOS
Entre la producción poética de Poe, se destacan una docena de poemas por su impecable construcción literaria y por sus ritmos y temas obsesivos. En 'El cuervo' (1845), por ejemplo, el autor se siente abrumado por la melancolía y los augurios de la muerte. Su dominio extraordinario del ritmo y el sonido es particularmente evidente en 'Las campanas' (1849), un poema que evoca el repique de los instrumentos metálicos, y 'El durmiente' (1831), que produce un estado de somnolencia. 'Lenore' (1831) y 'Annabel Lee' (1849) son elegías a la muerte de una hermosa joven. Su obra poética refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Keats, Shelley y Coleridge, y su interés romántico por lo oculto y lo diabólico, al estilo del español Gustavo Adolfo Bécquer.
Su trabajo como redactor consistió en buena parte en reseñar libros, escribiendo un significativo número de críticas. Sus ensayos se hicieron famosos por su sarcasmo, ingenio y exposición de pretensiones literarias; son valoraciones que han resistido el paso del tiempo situándolo entre los mejores críticos literarios estadounidenses. Sus teorías sobre la naturaleza de la ficción y, en particular, sus ensayos sobre el cuento, han tenido una influencia duradera en escritores americanos y europeos.
CUENTOS
Poe quiso ser poeta, pero la necesidad económica le obligó a abordar el relativamente beneficioso género de la prosa. Cierto o no que inventase el cuento, fue quien inició la novela policíaca. Quizá su relato más famoso en este género sea 'El escarabajo de oro' (1843), que trata de la búsqueda de un tesoro enterrado. 'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), 'El misterio de Marie Rogêt' (1842-1843) y 'La carta robada' (1844) están considerados como los predecesores de la moderna novela de misterio o policíaca.
Además de su soberbia construcción argumental, la mayoría de sus cuentos sobresalen por la morbidez de su inventiva. Destacan “La caída de la casa User” (1839), en el que tanto el argumento como los personajes acentúan la penetrante melancolía de su atmósfera; “El pozo y el péndulo” (1842) es un escalofriante relato de crueldad y tortura; en “El corazón delator” (1843) un maníaco asesino es empujado por su inconsciente a confesar su culpa, “El barril del amontillado” (1846), es un relato estremecedor de venganza, “Berenice”(1835) y “El entierro prematuro”(1844), son cuentos en los que se aborda la temática de la catalepsia, muy común en el siglo XIX.
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Nació en Boston el 19 de enero de 1809. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron siendo él niño, y fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico de Richmond (Virginia), que probablemente fue su padrino. A los seis años viajó con la familia Allan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Después de regresar a Estados Unidos en 1820 siguió estudiando en centros privados y asistió a la universidad de Virginia durante un año, pero en 1827 su padre adoptivo, disgustado por la afición del joven a la bebida y al juego, se negó a pagar sus deudas y lo obligó a trabajar como empleado.
Contrariando la voluntad de Allan, Poe abandonó su nuevo trabajo, que detestaba, y viajó a Boston donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Poco después, se alistó en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y se reconcilió con Allan, que le consiguió un cargo en la Academia militar, pero a los pocos meses fue despedido por negligencia en el deber; su padre adoptivo le repudió para siempre.
Al año siguiente de publicar su tercer libro, Poemas (1831), se trasladó a Baltimore, donde vivió con su tía y una sobrina de 11 años, Virginia Clemm. En 1832, su cuento 'Manuscrito encontrado en una botella' ganó un concurso patrocinado por el Baltimore Saturday Visitor. De 1835 a 1837 fue redactor de Southern Baltimore Messenger. En 1836 se casó con su joven sobrina y durante la década siguiente, gran parte de la cual fue desgraciada a causa de la larga enfermedad de Virginia, Poe trabajó como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y su supuesto consumo de drogas, atestiguado por sus contemporáneos, pudo contribuir a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849.
POESÍA Y ENSAYOS
Entre la producción poética de Poe, se destacan una docena de poemas por su impecable construcción literaria y por sus ritmos y temas obsesivos. En 'El cuervo' (1845), por ejemplo, el autor se siente abrumado por la melancolía y los augurios de la muerte. Su dominio extraordinario del ritmo y el sonido es particularmente evidente en 'Las campanas' (1849), un poema que evoca el repique de los instrumentos metálicos, y 'El durmiente' (1831), que produce un estado de somnolencia. 'Lenore' (1831) y 'Annabel Lee' (1849) son elegías a la muerte de una hermosa joven. Su obra poética refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Keats, Shelley y Coleridge, y su interés romántico por lo oculto y lo diabólico, al estilo del español Gustavo Adolfo Bécquer.
Su trabajo como redactor consistió en buena parte en reseñar libros, escribiendo un significativo número de críticas. Sus ensayos se hicieron famosos por su sarcasmo, ingenio y exposición de pretensiones literarias; son valoraciones que han resistido el paso del tiempo situándolo entre los mejores críticos literarios estadounidenses. Sus teorías sobre la naturaleza de la ficción y, en particular, sus ensayos sobre el cuento, han tenido una influencia duradera en escritores americanos y europeos.
CUENTOS
Poe quiso ser poeta, pero la necesidad económica le obligó a abordar el relativamente beneficioso género de la prosa. Cierto o no que inventase el cuento, fue quien inició la novela policíaca. Quizá su relato más famoso en este género sea 'El escarabajo de oro' (1843), que trata de la búsqueda de un tesoro enterrado. 'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), 'El misterio de Marie Rogêt' (1842-1843) y 'La carta robada' (1844) están considerados como los predecesores de la moderna novela de misterio o policíaca.
Además de su soberbia construcción argumental, la mayoría de sus cuentos sobresalen por la morbidez de su inventiva. Destacan “La caída de la casa User” (1839), en el que tanto el argumento como los personajes acentúan la penetrante melancolía de su atmósfera; “El pozo y el péndulo” (1842) es un escalofriante relato de crueldad y tortura; en “El corazón delator” (1843) un maníaco asesino es empujado por su inconsciente a confesar su culpa, “El barril del amontillado” (1846), es un relato estremecedor de venganza, “Berenice”(1835) y “El entierro prematuro”(1844), son cuentos en los que se aborda la temática de la catalepsia, muy común en el siglo XIX.
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Biografía,
Lisandro E. Penazzo
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Carlos Ruiz Zafón por Lisandro
Carlos Ruiz Zafón
(Barcelona, 1964) Escritor español, autor de La sombra del viento, uno de los best sellers más destacados de la literatura reciente. En junio de 2008 se habían vendido de esta novela más de diez millones de ejemplares en todo el mundo.
Carlos Ruiz Zafón se educó en el colegio de los Jesuitas de Sarrià y, pese a que posteriormente cursó estudios de periodismo, encaminó su trayectoria profesional hacia la publicidad. En 1992 decidió abandonar su trabajo como director creativo de una importante agencia de la Ciudad Condal (“Antes de quedar atrapado en un nivel económico del que no me podría desacostumbrar”, dijo) y dedicarse a escribir.
Su primera incursión en la narrativa de fantasía, terror y aventuras, El príncipe de la niebla (1993), ambientada en un pueblo marítimo del sur de Inglaterra durante la II Guerra Mundial, obtuvo el premio Edebé de literatura juvenil. El flamante novelista decidió entonces invertir los tres millones de pesetas del galardón en hacer realidad un viejo sueño de infancia (“De pequeño tenía fijación por el cine americano clásico y por el mundo del jazz. Decía a mis amigos: Cuando sea mayor viviré en Los Ángeles”) y se estableció en Los Ángeles, California, ciudad donde reside desde 1994 y donde compagina su carrera literaria con la de guionista cinematográfico.
A El príncipe de la niebla le seguirían El palacio de la medianoche (1994), cuya trama se desarrolla en la Calcuta de los años treinta, y Las luces de septiembre(1995), en torno a un misterioso fabricante de juguetes, sendos títulos también dirigidos al público juvenil que, con el anterior, se reunirían posteriormente en el volumen La trilogía de la niebla(2007). En 1999 aparecería Marina, ambientada en una Barcelona brumosa y estilizada que preludiaba la de La sombra de viento.
En 2001 Ruiz Zafón publicó su primera novela para adultos, La sombra del viento, una historia ambientada en la Barcelona de la posguerra al más puro estilo del folletín decimonónico de Charles Dickens o Victor Hugo, con una trágica historia de amor como trasfondo, en la que se amalgamaban, con gran fuerza narrativa, los elementos clásicos del género: novela histórica, costumbrismo, intriga y suspense. La novela había quedado finalista del premio Fernando Lara 2000, que ganaría Ángeles Caso con Un largo silencio, y, aunque las bases del galardón limitaban la publicación a la obra ganadora, Editorial Planeta decidió hacer una excepción ante la calidad de la novela y “el acierto con el que se ha aproximado a temas universales como el amor, el misterio o la pérdida de la inocencia”.
El éxito del libro no fue inmediato. Aquel año la novela pasó totalmente desapercibida por parte de la crítica nacional, aunque pronto se vería que no fue así entre los lectores, que conseguirían, a través del boca-oreja, convertirla en un fenómeno literario, algo parecido a lo que ocurriera con Javier Cercas y su novela Soldados de Salamina (2001). Pronto, la estela de Ruiz Zafón se extendería a otros países. En Alemania, por ejemplo, el canciller Gerhard Schröder recomendó públicamente su lectura y pronto se comparó la repercusión del escritor en ese país con la de Javier Marías.
En 2004 La sombra del viento había sido traducida a cuarenta idiomas. Ese mismo año obtuvo el premio José Manuel Lara Hernández a la obra más vendida en España; la biblioteca central de la ciudad de Nueva York la seleccionó como “libro para recordar”, y fue reconocida en Francia como la mejor novela extranjera del año. El jurado, compuesto por escritores, críticos y editores, destacó que la novela de Zafón era "a la vez accesible al gran público y una obra de erudito". La obra consiguió también un notable éxito de crítica (el diario The New York Times comparó al autor con Borges). Convertido inesperadamente en uno de los fenómenos editoriales más importantes de la literatura reciente, el libro permitió a su autor acabar con lo que él mismo definió como "mi etapa con las novelas juveniles".
Cuatro años después, en junio de 2008, La sombra del viento llevaba 247 semanas en la lista de los diez libros más vendidos en España, y en todo el mundo se habían vendido 10 millones de ejemplares. Aunque Ruiz Zafón había recibido suculentas ofertas para llevar la novela a las pantallas cinematográficas, se resistió a ceder los derechos si no le ofrecían “garantías de que se va a hacer con un cierto decoro; si no, prefiero que no haya película, lo importante es el libro”.
El 17 de abril de 2008, con una campaña mediática sin precedentes y una tirada de un millón de ejemplares, llegaba a las librerías españolas la nueva novela del escritor, El juego del ángel, en la que el autor retomaba el universo del Cementerio de los Libros Olvidados. La presentación del libro tuvo lugar en el Gran Teatro del Liceo barcelonés, engalanado para la ocasión con una puesta en escena espectacular que recreaba una antigua biblioteca. Pocas veces un acto de estas características había generado tanta expectación y tal impacto en los medios de comunicación (150 periodistas y 15 cámaras de televisión cubrieron el evento). Si La sombra del viento había conseguido conquistar a millones de lectores sin apenas promoción, en esta ocasión la nueva entrega venía avalada por una campaña promocional más propia de otro tipo de eventos, como la presentación de una película o de un grupo de rock.
El juego del ángel nacía, desde un principio, para convertirse en best seller, y así fue. Diez días después de la aparición del libro, coincidiendo con la festividad de San Jordi en Cataluña (el 23 de abril), Ruiz Zafón fue la estrella más solicitada del firmamento literario. Ante la carpa habilitada para la firma de libros, ambientada como si se tratara del Cementerio de los Libros Olvidados, las colas superaron todas las expectativas. Cientos de personas esperaron durante horas para hacerse con una dedicatoria del autor. Según las cifras facilitadas a última hora de ese día, sólo en Cataluña se habían vendido 250.000 ejemplares (unos 20.000 cada hora, o lo que es lo mismo, más de 300 cada segundo). En una semana se habían vendido 580.000 ejemplares. Lo mismo ocurrió en junio en la Feria del Libro de Madrid. Un éxito esperado, pero apabullante, al que habría que añadir el que se esperaba en otros países, como Francia, Alemania, Portugal o Inglaterra, con los que la editorial ya había firmado los contratos de distribución.
El novelista tiene previsto completar La sombra del viento y El juego del ángel con otras dos novelas; construir, en definitiva, una tetralogía ambientada en el mismo universo literario: la Barcelona misteriosa y gótica que va desde la era de la revolución industrial hasta los años posteriores a la guerra civil española. Casado y residente en Los Ángeles, California, Carlos Ruiz Zafón no descarta volver a instalarse en España y mantiene su estudio de Barcelona junto a la Sagrada Familia. Aficionado a coleccionar figurillas de dragón, escribe siempre de noche.
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(Barcelona, 1964) Escritor español, autor de La sombra del viento, uno de los best sellers más destacados de la literatura reciente. En junio de 2008 se habían vendido de esta novela más de diez millones de ejemplares en todo el mundo.
Carlos Ruiz Zafón se educó en el colegio de los Jesuitas de Sarrià y, pese a que posteriormente cursó estudios de periodismo, encaminó su trayectoria profesional hacia la publicidad. En 1992 decidió abandonar su trabajo como director creativo de una importante agencia de la Ciudad Condal (“Antes de quedar atrapado en un nivel económico del que no me podría desacostumbrar”, dijo) y dedicarse a escribir.
Su primera incursión en la narrativa de fantasía, terror y aventuras, El príncipe de la niebla (1993), ambientada en un pueblo marítimo del sur de Inglaterra durante la II Guerra Mundial, obtuvo el premio Edebé de literatura juvenil. El flamante novelista decidió entonces invertir los tres millones de pesetas del galardón en hacer realidad un viejo sueño de infancia (“De pequeño tenía fijación por el cine americano clásico y por el mundo del jazz. Decía a mis amigos: Cuando sea mayor viviré en Los Ángeles”) y se estableció en Los Ángeles, California, ciudad donde reside desde 1994 y donde compagina su carrera literaria con la de guionista cinematográfico.
A El príncipe de la niebla le seguirían El palacio de la medianoche (1994), cuya trama se desarrolla en la Calcuta de los años treinta, y Las luces de septiembre(1995), en torno a un misterioso fabricante de juguetes, sendos títulos también dirigidos al público juvenil que, con el anterior, se reunirían posteriormente en el volumen La trilogía de la niebla(2007). En 1999 aparecería Marina, ambientada en una Barcelona brumosa y estilizada que preludiaba la de La sombra de viento.
En 2001 Ruiz Zafón publicó su primera novela para adultos, La sombra del viento, una historia ambientada en la Barcelona de la posguerra al más puro estilo del folletín decimonónico de Charles Dickens o Victor Hugo, con una trágica historia de amor como trasfondo, en la que se amalgamaban, con gran fuerza narrativa, los elementos clásicos del género: novela histórica, costumbrismo, intriga y suspense. La novela había quedado finalista del premio Fernando Lara 2000, que ganaría Ángeles Caso con Un largo silencio, y, aunque las bases del galardón limitaban la publicación a la obra ganadora, Editorial Planeta decidió hacer una excepción ante la calidad de la novela y “el acierto con el que se ha aproximado a temas universales como el amor, el misterio o la pérdida de la inocencia”.
El éxito del libro no fue inmediato. Aquel año la novela pasó totalmente desapercibida por parte de la crítica nacional, aunque pronto se vería que no fue así entre los lectores, que conseguirían, a través del boca-oreja, convertirla en un fenómeno literario, algo parecido a lo que ocurriera con Javier Cercas y su novela Soldados de Salamina (2001). Pronto, la estela de Ruiz Zafón se extendería a otros países. En Alemania, por ejemplo, el canciller Gerhard Schröder recomendó públicamente su lectura y pronto se comparó la repercusión del escritor en ese país con la de Javier Marías.
En 2004 La sombra del viento había sido traducida a cuarenta idiomas. Ese mismo año obtuvo el premio José Manuel Lara Hernández a la obra más vendida en España; la biblioteca central de la ciudad de Nueva York la seleccionó como “libro para recordar”, y fue reconocida en Francia como la mejor novela extranjera del año. El jurado, compuesto por escritores, críticos y editores, destacó que la novela de Zafón era "a la vez accesible al gran público y una obra de erudito". La obra consiguió también un notable éxito de crítica (el diario The New York Times comparó al autor con Borges). Convertido inesperadamente en uno de los fenómenos editoriales más importantes de la literatura reciente, el libro permitió a su autor acabar con lo que él mismo definió como "mi etapa con las novelas juveniles".
Cuatro años después, en junio de 2008, La sombra del viento llevaba 247 semanas en la lista de los diez libros más vendidos en España, y en todo el mundo se habían vendido 10 millones de ejemplares. Aunque Ruiz Zafón había recibido suculentas ofertas para llevar la novela a las pantallas cinematográficas, se resistió a ceder los derechos si no le ofrecían “garantías de que se va a hacer con un cierto decoro; si no, prefiero que no haya película, lo importante es el libro”.
El 17 de abril de 2008, con una campaña mediática sin precedentes y una tirada de un millón de ejemplares, llegaba a las librerías españolas la nueva novela del escritor, El juego del ángel, en la que el autor retomaba el universo del Cementerio de los Libros Olvidados. La presentación del libro tuvo lugar en el Gran Teatro del Liceo barcelonés, engalanado para la ocasión con una puesta en escena espectacular que recreaba una antigua biblioteca. Pocas veces un acto de estas características había generado tanta expectación y tal impacto en los medios de comunicación (150 periodistas y 15 cámaras de televisión cubrieron el evento). Si La sombra del viento había conseguido conquistar a millones de lectores sin apenas promoción, en esta ocasión la nueva entrega venía avalada por una campaña promocional más propia de otro tipo de eventos, como la presentación de una película o de un grupo de rock.
El juego del ángel nacía, desde un principio, para convertirse en best seller, y así fue. Diez días después de la aparición del libro, coincidiendo con la festividad de San Jordi en Cataluña (el 23 de abril), Ruiz Zafón fue la estrella más solicitada del firmamento literario. Ante la carpa habilitada para la firma de libros, ambientada como si se tratara del Cementerio de los Libros Olvidados, las colas superaron todas las expectativas. Cientos de personas esperaron durante horas para hacerse con una dedicatoria del autor. Según las cifras facilitadas a última hora de ese día, sólo en Cataluña se habían vendido 250.000 ejemplares (unos 20.000 cada hora, o lo que es lo mismo, más de 300 cada segundo). En una semana se habían vendido 580.000 ejemplares. Lo mismo ocurrió en junio en la Feria del Libro de Madrid. Un éxito esperado, pero apabullante, al que habría que añadir el que se esperaba en otros países, como Francia, Alemania, Portugal o Inglaterra, con los que la editorial ya había firmado los contratos de distribución.
El novelista tiene previsto completar La sombra del viento y El juego del ángel con otras dos novelas; construir, en definitiva, una tetralogía ambientada en el mismo universo literario: la Barcelona misteriosa y gótica que va desde la era de la revolución industrial hasta los años posteriores a la guerra civil española. Casado y residente en Los Ángeles, California, Carlos Ruiz Zafón no descarta volver a instalarse en España y mantiene su estudio de Barcelona junto a la Sagrada Familia. Aficionado a coleccionar figurillas de dragón, escribe siempre de noche.
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Biografía,
Lisandro E. Penazzo
sábado, 13 de noviembre de 2010
Tu fantasma
Tu fantasma
Tu espíritu me persigue
y tu figura se presenta
y ahora, siendo discreta
no quieres que te olvide.
Me hace sangrar tus manos,
no acaricies más mi espalda,
(abrazado a la almohada
te lo suplico en el llanto)
No insistas, ya no quiero
pierdo al ser tu dueño,
desaparece de este sueño,
dejame tranquilo en el tiempo.
Basta de frases insípidas
me hacen mal, me lastiman,
no vuelvas con tu rutina,
que te escuche no me pidas.
Sumisa murmullas en mi oído,
insisto, no quiero escucharte.
Ya me enloquece tu arte
ya no molestes, te lo pido.
Llama a tu fantasma,
ven a buscarlo, me da miedo.
No quiero que en sueños
me haga transpirar el alma.
Despierto de la penumbra
y la cama está vacía
se ha borrado tu poesía,
pesadilla que no alumbra.
Sin negarla, ni olvidarla,
ni repetirla en una lágrima,
sólo suspiro en tres palabras
¡Cómo puedo amarla!
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Tu espíritu me persigue
y tu figura se presenta
y ahora, siendo discreta
no quieres que te olvide.
Me hace sangrar tus manos,
no acaricies más mi espalda,
(abrazado a la almohada
te lo suplico en el llanto)
No insistas, ya no quiero
pierdo al ser tu dueño,
desaparece de este sueño,
dejame tranquilo en el tiempo.
Basta de frases insípidas
me hacen mal, me lastiman,
no vuelvas con tu rutina,
que te escuche no me pidas.
Sumisa murmullas en mi oído,
insisto, no quiero escucharte.
Ya me enloquece tu arte
ya no molestes, te lo pido.
Llama a tu fantasma,
ven a buscarlo, me da miedo.
No quiero que en sueños
me haga transpirar el alma.
Despierto de la penumbra
y la cama está vacía
se ha borrado tu poesía,
pesadilla que no alumbra.
Sin negarla, ni olvidarla,
ni repetirla en una lágrima,
sólo suspiro en tres palabras
¡Cómo puedo amarla!
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Lisandro E. Penazzo,
Poemas.
sábado, 23 de octubre de 2010
Una verdad por Lisandro

Existen los miedos,
existe esa incertidumbre latente
que muchas veces
te aprieta el corazón.
Puedo perder la razón,
contar hasta diez,
volver a pensar,
y vuelvo a respirar.
Algo me hace callar.
Enmudezco ante esa mirada
no encuentro qué decir…
qué decirle.
Ser reiterativo a veces cansa,
pero me gusta quererla,
me gusta que lo sepa,
me gusta mirarla,
y se lo digo en silencio
en cada minuto
que está conmigo,
que la presiento.
Es lo que hoy siento.
Sigue presente el miedo,
a veces lo descuido,
a veces lo enveneno,
lo mato, y lo olvido
pero como fantasma
que aparece en la noche
le vuelco algún reproche
el por qué quererla así.
No me duele
no me molesta
no me pesa.
La quiero.
Hoy me importa demasiado,
hoy la nombro,
me intranquilizo
me calmo.
Llena los espacios vacíos
que deja la cotidiana soledad,
esa es la verdad.
¿Su verdad?
me interesa
me impacienta.
Pero a veces prefiero
que no la diga,
por miedo a perder
en esta ilusión
recién nacida.
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Lisandro E. Penazzo,
Poemas.
viernes, 1 de octubre de 2010
El Ultimo Baile por Lisandro

Ismael podía estar veinte o treinta minutos imaginando en su pensamiento o escuchando, imaginariamente, un paso doble, un tango, o una milonga. Le encantaba mirar videos de bailarines expertos, y en cuanto lo hacia, la piel se le erizaba de admiración y emoción hacia los mismos. Los ojos se le aguaban en cada paso que los bailarines realizaban, también se sentía calido al escuchar el aplauso del público, y muchas veces hasta el mismo aplaudía o comentaba lleno de admiración, los objetivos cumplidos que en el baile los participaban realizaban.
Coleccionaba discos de diferentes ritmos, de diferentes países, escuchaba desde un tango, hasta una zamba africana, un rock norteamericano o hasta música griega. Le sucedía lo mismo que le ocurría cuando observaba los videos, la piel se le erizaba, y era él, quien, inconcientemente, marcaba pasos con una compañera imaginaria.
Pero estas acciones las tenia por tiempo, algunos meses podía estar disfrutando de esos momentos que el baile le brindaba, pero otras, se presentaba como pequeñas añoranzas y prefería no escuchar ni ver nada que esté relacionado con el baile, ya que le causaba alguna nostalgia.
Desde los años de su adolescencia, ya entrando a los veinte de edad, quien hoy es su mujer, y en ese tiempo pasado era su novia, siempre le insistió que persiguiera su ilusión, que comience a bailar por segunda vez. Pero Ismael rechazaba ese sueño. Primeramente por cuestiones económicas, necesitaba trabajar y sabía muy bien que dedicarse al baile le llevaría mucho tiempo, y segundo, sostenía que el baile nunca le daría de comer, por ello prefirió estudiar y trabajar a la vez.
Para él, ya era tarde desde que tenía veinte años y pisando los sesenta, estaba resignado que no tendría ninguna posibilidad de volver a bailar.
Durante el transcurso de su vida, se conformó ver crecer en el arte del baile a su nieto. Cuando podía, iba a presenciar los ensayos del mismo, en el tango club de su ciudad.
El profesor, los compañeros de su nieto, ya lo conocían, y lo aprendieron a querer. Esteban, sabia la dotación que su abuelo llevaba consigo, no faltaba oportunidad que mientras estén ensayando, cortaran las practicas e hicieran bailar a Ismael, algún que otro tango o hasta una salsa.
En otras oportunidades lo han sorprendido, verlo bailar solo en ese salón, sentirse libre ante el espacio y disfrutando de volar sobre la inmensidad de el y su imaginación, Ismael creía que bailar era como volar. Y así fue, que el profesor de su nieto lo vio disfrutar de tal manera que le propuso hacer un baile de tango en un espectáculo próximo a dos meses.
Mas de treinta y cinco años sin bailar, Ismael se dio cuenta que esa era una nueva y única oportunidad para volver a subirse a un escenario. Ensayó durante dos meses sin bailar. Mandó a hacerse un traje de tango, y como cabala decidió bailar con su sombrero tanguero que tenia desde su juventud.
Sábado, once de noviembre, un gran espectáculo, con personas celebres acudieron al teatro de la ciudad de Rosario. Ismael debutaría nuevamente en el penúltimo número del espectáculo, su familia y amigos presentes allí, acompañándolo como siempre lo hicieron.
Y comenzó a sonar la cumparsita, la adrenalina y ansiedad aceleraban el corazón e impulsaban las ganas de salir al escenario.
Pisó el escenario junto a una joven compañera, comenzó el juego de seducción propio del tango, los pasos del dos por cuatro y las cruzadas de piernas estaban latentes y firmes, los levantamientos hacia del tango fantasía, esa realidad que estaba viviendo.
Pero sucedió lo inesperado, Ismael comenzó a escuchar a lo lejos la cumparsita, las luces comenzaba a opacarse, los elogios del publico comenzaron a enmudecer de a poco. Se hizo plena oscuridad, Ismael no pudo terminar de bailar.
Domingo al mediodía, el bailarín despierta y observa en una mesa de luz, su sombrero de tango, no observó a los médicos, no atendió a las recomendaciones, no presto atención a su mujer, su hijo y su nieto, ni nunca supo que fue víctima de un preinfarto, desde ese entonces solo escuchó y hoy en día sigue escuchando el ritmo de la cumparsita. Muchos dicen que lo ven vestido de blanco, bailando sobre un parque verde, con un público vestido igual que él.
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Cuento,
Lisandro E. Penazzo
domingo, 12 de septiembre de 2010
Tres Veces Nueve por Lisandro
Pocas veces me ha sucedido
tomar una lapicera y querer escribir
sin saber como encarar tema alguno
y más en cuestiones del sentir,
con demasiadas cosas por decir.
Hoy es día clave para recordar,
hace ya un año que él no está,
se esfumó la presencia terrenal
pero sigue el recuerdo
de aquellos que están lejanos
pero que no nos son ajenos.
Nono, sabes que se anuda la garganta,
que el pecho oprime y se lastima,
que se pierden lagrimas,
que se siente vacío en el alma,
que te nombramos y se presenta
la nostalgia…
Pero igual se sonríe… sonreímos
por lo que nos dejaste.
Legados de experiencias
amurallados en la conciencia
de saber que viviste,
que te conocimos,
que te hiciste parte de cada corazón
y que aunque por un tiempo
no entramos en razón
hoy aceptamos las leyes
regidas por la naturaleza.
La vida es vida
y las condiciones de todo ser humano
tienen que ser cumplidas.
Que es injusta, lo dijimos,
que es tirana, lo decretamos
en el momento de despedida.
No nos explicamos
la falta de presencia sobre la mesa
en toda reunión familiar
el decir Godoy
y aceptar que no estarás
en la puerta, impaciente,
esperando la llegada de cada integrante.
De padre inmigrante,
de madre criolla,
de un paso doble,
de un tango llorón.
De un pueblo poco habitado,
de una casa alta,
de anécdotas ricas,
de los asados costumbristas.
Las boinas siguen colgadas,
tus rosas plantadas, hoy marchitas.
De la juventud en la marina,
de la caracterizada rebeldía,
de los cigarros armados,
de tus silencios sabios,
de tus frases sencillas y justas.
De tu biblioteca con enciclopedias.
De los cumpleaños y fiestas,
de tus bromas dispuestas,
de esa carcajada particular,
de esa mirada que hoy sigue
observando mi interior,
ojos caídos por los años
delatando tus experiencias
en el brillo nostálgico y pícaro,
De tu quinta y del cantar de tus pájaros,
de las únicas ocurrencias
que a nosotros, familia, no nos ocurría.
De tu generosidad,
de tu lento andar,
de tu lugar en ese banco,
de la pose en la silla
buscando la comodidad.
Hombre franco, de principios
de caprichos, de verdad.
Tus palabras se decretaron:
en tu casa naciste
y en ella te fuiste.
Tiempo antes dijiste
que iba a hacer en un día especial.
Quizás la sugestión me pueda.
Tres veces nueve hoy quedan
en tus palabras y en mi escuchar.
Pero más me quedan
en los enredos de mi conciencia
los recuerdos ya mencionados
y el saber que siempre vas a estar.
Si me reprocho a mi mismo
es no haber dicho cuanto te quería.
Hoy resalto lo mucho que TE QUIERO
y con nostálgica sonrisa
el saber que no te voy a olvidar.
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tomar una lapicera y querer escribir
sin saber como encarar tema alguno
y más en cuestiones del sentir,
con demasiadas cosas por decir.
Hoy es día clave para recordar,
hace ya un año que él no está,
se esfumó la presencia terrenal
pero sigue el recuerdo
de aquellos que están lejanos
pero que no nos son ajenos.
Nono, sabes que se anuda la garganta,
que el pecho oprime y se lastima,
que se pierden lagrimas,
que se siente vacío en el alma,
que te nombramos y se presenta
la nostalgia…
Pero igual se sonríe… sonreímos
por lo que nos dejaste.
Legados de experiencias
amurallados en la conciencia
de saber que viviste,
que te conocimos,
que te hiciste parte de cada corazón
y que aunque por un tiempo
no entramos en razón
hoy aceptamos las leyes
regidas por la naturaleza.
La vida es vida
y las condiciones de todo ser humano
tienen que ser cumplidas.
Que es injusta, lo dijimos,
que es tirana, lo decretamos
en el momento de despedida.
No nos explicamos
la falta de presencia sobre la mesa
en toda reunión familiar
el decir Godoy
y aceptar que no estarás
en la puerta, impaciente,
esperando la llegada de cada integrante.
De padre inmigrante,
de madre criolla,
de un paso doble,
de un tango llorón.
De un pueblo poco habitado,
de una casa alta,
de anécdotas ricas,
de los asados costumbristas.
Las boinas siguen colgadas,
tus rosas plantadas, hoy marchitas.
De la juventud en la marina,
de la caracterizada rebeldía,
de los cigarros armados,
de tus silencios sabios,
de tus frases sencillas y justas.
De tu biblioteca con enciclopedias.
De los cumpleaños y fiestas,
de tus bromas dispuestas,
de esa carcajada particular,
de esa mirada que hoy sigue
observando mi interior,
ojos caídos por los años
delatando tus experiencias
en el brillo nostálgico y pícaro,
De tu quinta y del cantar de tus pájaros,
de las únicas ocurrencias
que a nosotros, familia, no nos ocurría.
De tu generosidad,
de tu lento andar,
de tu lugar en ese banco,
de la pose en la silla
buscando la comodidad.
Hombre franco, de principios
de caprichos, de verdad.
Tus palabras se decretaron:
en tu casa naciste
y en ella te fuiste.
Tiempo antes dijiste
que iba a hacer en un día especial.
Quizás la sugestión me pueda.
Tres veces nueve hoy quedan
en tus palabras y en mi escuchar.
Pero más me quedan
en los enredos de mi conciencia
los recuerdos ya mencionados
y el saber que siempre vas a estar.
Si me reprocho a mi mismo
es no haber dicho cuanto te quería.
Hoy resalto lo mucho que TE QUIERO
y con nostálgica sonrisa
el saber que no te voy a olvidar.
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Lisandro E. Penazzo,
poemas
viernes, 27 de agosto de 2010
Silencio impuesto por Lisandro

Huele a rosas quemadas
en el hastío de mi conciencia,
y sobre las horas ya gastadas
las utopías se enardecen
reviviendo como el viento
a los recuerdos ardientes,
de un pasado que lo fue cierto,
de una incertidumbre presente.
Delirios con aroma a rosas
quemándome la mente…
A veces suelo perder la cordura
en el viaje de mis versos
cometiendo los excesos
sin medir las consecuencias,
pero como no hay acertada ciencia
en parte no me arrepiento
más callo lo que siento,
con incierta certeza…
Si bien hoy estas letras
sólo se expresan por expresar
por la necesidad de desahogar
y trasladarme a otro lugar…
Igual la encuentro.
Entonces gira nuevamente el poema
gira mi idea, gira la inspiración
¿qué hablo?
¿qué cuento?
y vuelvo a lo mismo…
Bastardo destino…
me sigue obligando a callar.
Y si comienza a sangrar la garganta
si ardo en el humo de mi cigarro
si rompo los esquemas de barro
aquellos que invente un día
ensuciándome las manos de desprecio,
grito en el silencio y prefiero sangrar
antes que volverla a nombrar
antes de decir que la quiero
antes de comenzar a delirar.
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Lisandro E. Penazzo,
poemas
domingo, 8 de agosto de 2010
Pero... por Lisandro
Enséñame las reglas de tu juego,
te lo pido, lo imploro, y te insisto,
aduéñate de lo que soy en mi instinto,
avívame en la llama de tu fuego.
Conjura mis deseos escondidos,
implorándome a tus dioses mi rendición,
transfórmame como fiel a tu religión
que vacilo ante los ruegos perdidos.
Muéstrame el camino del sortilegio
que aunque sienta miedo estaré presente
con palabras, de incertidumbre latente,
si interrumpo condéname al silencio.
Y por todos los santos, y tus muertos
y por todos mis miedos de tus creencias
entregaré mis deseos sin ofensas
a la brisa de los cuatro vientos
Me condeno a los suspiros del alma,
al cansancio que acarrea mi tormento,
a mis proyectos llevados al intento
a tu caricia que secó mi lágrima.
Pero no hagas trampas con mi sentir.
No juegues con lo que siento en mi interior
porque puede que llueva encima del dolor
y otra lagrima nacerá del sufrir.
Ya clamadas mis vagas rendiciones,
fui sincero implorándote en mi verso,
me entrego a tus leyes, pero te profeso
que yo también impongo condiciones.
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
domingo, 25 de julio de 2010
Delirios de una madrugada fria
Cuento con los puñales del viento
mi pecho expuesto al aire frío.
Sangra en la congoja los recuerdos
y los deseos que no se harán realidad.
Y qué pensar. El frío en mis pies
me limita los pensamientos…
cómo resguardarme en los sentimientos
si ellos mismos, el abrigo me negaron.
La luna se cubre en la oscuridad
las lagrimas corren como tinta aguada
como un papel con sed de lluvia.
La tormenta no es mi cómplice, no ayuda
y me centro sobre esta verdad.
Se oyen gritos desde el cielo,
la furia de Dios se presenta sin ser esperada.
Temo por lo que ocurrirá hoy y mañana
Temo no ver el sol
no respirar aire de alivio
temo a la neblina espesa
que carcome mis pulmones
como el ultimo cigarrillo consumido
maldita agitación, maldito vicio.
Temo a la nada misma, a la misma nada
temo… temo… temo… ¡ay palabra bastarda!
Dónde quedo el valor que me caracterizaba
dónde quedo aquel amor, quien lo alimentaba.
Se esfumó por arte de magia
en esta madrugada, hoy no está.
Desapareció como la ilusión
dejándome en arduo silencio
sintiendo al desprecio
que no se negó en aparecer.
Y cómo cuesta crecer,
como cuesta creer y seguir creyendo
cuando fueron ellos mismos
aquellos a quienes rendí mi fe
y que ahora me dan la espalda,
mis santos y mis muertos.
Cómo seguir en el intento
con los golpes fuerte del viento
sangrándome los recuerdos,
escondiéndose de pena mi propio reflejo,
escondiendo la realidad.
Pero sigo, por más que no quiera continuar.
Sigo, aunque también mire hacia atrás,
sigo por el susurro de un eco
que se escucha allá, detrás, a lo lejos
y porque se que ella también está
en el interior de aquel espejo.
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mi pecho expuesto al aire frío.
Sangra en la congoja los recuerdos
y los deseos que no se harán realidad.
Y qué pensar. El frío en mis pies
me limita los pensamientos…
cómo resguardarme en los sentimientos
si ellos mismos, el abrigo me negaron.
La luna se cubre en la oscuridad
las lagrimas corren como tinta aguada
como un papel con sed de lluvia.
La tormenta no es mi cómplice, no ayuda
y me centro sobre esta verdad.
Se oyen gritos desde el cielo,
la furia de Dios se presenta sin ser esperada.
Temo por lo que ocurrirá hoy y mañana
Temo no ver el sol
no respirar aire de alivio
temo a la neblina espesa
que carcome mis pulmones
como el ultimo cigarrillo consumido
maldita agitación, maldito vicio.
Temo a la nada misma, a la misma nada
temo… temo… temo… ¡ay palabra bastarda!
Dónde quedo el valor que me caracterizaba
dónde quedo aquel amor, quien lo alimentaba.
Se esfumó por arte de magia
en esta madrugada, hoy no está.
Desapareció como la ilusión
dejándome en arduo silencio
sintiendo al desprecio
que no se negó en aparecer.
Y cómo cuesta crecer,
como cuesta creer y seguir creyendo
cuando fueron ellos mismos
aquellos a quienes rendí mi fe
y que ahora me dan la espalda,
mis santos y mis muertos.
Cómo seguir en el intento
con los golpes fuerte del viento
sangrándome los recuerdos,
escondiéndose de pena mi propio reflejo,
escondiendo la realidad.
Pero sigo, por más que no quiera continuar.
Sigo, aunque también mire hacia atrás,
sigo por el susurro de un eco
que se escucha allá, detrás, a lo lejos
y porque se que ella también está
en el interior de aquel espejo.
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poemas
domingo, 27 de junio de 2010
Adiós por Lisandro

Y la mudez invade mi garganta
tantas cosas por decir.
La necesidad de hablar
me hace callar…
Las palabras quiero escupir,
pero no escupir por escupir,
sino darle una definición
que la interpretes vos,
en el criterio que quiero yo.
Pero solo dije Adiós…
Y me fui…
Me fui escapando de una realidad
que exponía los sentimientos
de diferente manera…
para mal porque no supe decir
¡Basta! en el momento que convenía
pero para bien, porque aprendí
que con el silencio se puede hablar.
Subastado ante una ideología
no adaptada para mí,
a sensaciones de las cuales no estaba preparado
a un juego, que no entendí nunca las reglas.
Y aun así… con la tranquilidad que siento
igualmente sigo sin entender…
Y cuestiono muchos por qué,
tendría que aprender a cuestionar
el para qué…
Para ver desde otra perspectiva
de otra que no lastime tanto
que no duela como las lagrimas
que no quieren caer…
las peores…
Dije lo que tenia que decir
calle lo que tenia que callar
y hoy me arrepiento…
pero no intentare nuevamente
querer hablar…
Total…
la espalda ya esta dada vuelta…
y no existió mejor razón
o mejor tregua…
al decir Adiós.
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Lisandro E. Penazzo,
poemas
jueves, 27 de mayo de 2010
Incógnitas desesperantes
Que alguien me de una señal
que alguien me diga cómo actuar
un mensaje para saber que hacer...
de esta manera me duele querer.
Necesito de esas palabras
que están llenas de experiencias
una voz justa que pueda decir
en que fallo yo, en este sentir.
Y que me digan si hago bien o mal
si lastimo los códigos enseñados
si hago trizas con mi propio dolor
si se puede creer en el amor.
¿Hay recetas para la locura
de esa que nace de la soledad?
que se alimenta desde el alma
desapareciendo toda calma.
Nadie me da un guión para fingir
el rol del tranquilo no me va
no me sale, demuestro malestar
una sonrisa me cuesta esforzar.
Y trabaja la mente y el creer
cuando la confusión me atormenta
cuando no me buscas y me encontrás
cuando estoy con vos, y vos no estas. Leer más...
que alguien me diga cómo actuar
un mensaje para saber que hacer...
de esta manera me duele querer.
Necesito de esas palabras
que están llenas de experiencias
una voz justa que pueda decir
en que fallo yo, en este sentir.
Y que me digan si hago bien o mal
si lastimo los códigos enseñados
si hago trizas con mi propio dolor
si se puede creer en el amor.
¿Hay recetas para la locura
de esa que nace de la soledad?
que se alimenta desde el alma
desapareciendo toda calma.
Nadie me da un guión para fingir
el rol del tranquilo no me va
no me sale, demuestro malestar
una sonrisa me cuesta esforzar.
Y trabaja la mente y el creer
cuando la confusión me atormenta
cuando no me buscas y me encontrás
cuando estoy con vos, y vos no estas. Leer más...
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
domingo, 9 de mayo de 2010
Dime por Lisandro
Si alguna vez sentiste la suavidad del rose de una mano
si creíste conquistada ante la triunfo que perseguía los pasos
si supiste que un querer sólo basta manifestarse en miradas
dime, que haríamos tu y yo si no nos hubiera pasado nada
Pero también dime, cómo hubiese sido si pasara todo
cómo cambiarían los días desde el alba hasta el crepúsculo
sabiéndonos juntos bajo las estrellas de toda ilusión
tratando de armonizar y priorizar un poco la razón
Ahora , has silencio, piensa tranquila y dime por favor
qué haría yo sin poder saborear tu mirada en un futuro
sabes que me cuesta expresar, por eso pido tu palabra
para que me aclares desde tus sentidos mas puros
Yo te digo, que tomar tu mano es el mejor logro
saber de tus caricias me hace sentir importante en tu tiempo
tenerte tan cerca me desvaría para bien los sentidos
ni que hablar cuando dices te quiero sólo en mi oído.
También digo, que si no pasa nada existirá incertidumbre
pero si llegara a pasar todo, me arriesgo sin dudas a vivirlo
no esta en mí la elección, tampoco en tu corazón, y duele mucho
duele como la ilusión que se desvanece en el camino…
Ahora, yo soy quien hago silencio, y pienso, siento e intento
buscar una respuesta o un consejo, aunque sea del viento
¿sigo luchando… esperando? o guardo las ilusiones en un cajón
a la espera de algunos sentimientos mezclados con razón.
El tiempo que ganamos no se perderán en nuestro recuerdo
por más que pierda de a poco toda emoción, toda confusión
Es tarde… no encuentro otra forma de explicar en versos
lo que se esta almacenando en la profundidad de mi interior.
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si creíste conquistada ante la triunfo que perseguía los pasos
si supiste que un querer sólo basta manifestarse en miradas
dime, que haríamos tu y yo si no nos hubiera pasado nada
Pero también dime, cómo hubiese sido si pasara todo
cómo cambiarían los días desde el alba hasta el crepúsculo
sabiéndonos juntos bajo las estrellas de toda ilusión
tratando de armonizar y priorizar un poco la razón
Ahora , has silencio, piensa tranquila y dime por favor
qué haría yo sin poder saborear tu mirada en un futuro
sabes que me cuesta expresar, por eso pido tu palabra
para que me aclares desde tus sentidos mas puros
Yo te digo, que tomar tu mano es el mejor logro
saber de tus caricias me hace sentir importante en tu tiempo
tenerte tan cerca me desvaría para bien los sentidos
ni que hablar cuando dices te quiero sólo en mi oído.
También digo, que si no pasa nada existirá incertidumbre
pero si llegara a pasar todo, me arriesgo sin dudas a vivirlo
no esta en mí la elección, tampoco en tu corazón, y duele mucho
duele como la ilusión que se desvanece en el camino…
Ahora, yo soy quien hago silencio, y pienso, siento e intento
buscar una respuesta o un consejo, aunque sea del viento
¿sigo luchando… esperando? o guardo las ilusiones en un cajón
a la espera de algunos sentimientos mezclados con razón.
El tiempo que ganamos no se perderán en nuestro recuerdo
por más que pierda de a poco toda emoción, toda confusión
Es tarde… no encuentro otra forma de explicar en versos
lo que se esta almacenando en la profundidad de mi interior.
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
sábado, 24 de abril de 2010
Orgullo de tenerte... por Lisandro
A mi NONA querida!
Estoy sentado escuchándote
viejas historias de tu ayer.
Sonríes con ternura al recordar
cuántas cosas tienes por contar.
Soy feliz en tus palabras
me hacen volar, tienen alas.
Sonrío contigo en cada instante
sos mi todo, todo lo importante.
Tienes un libro en el corazón
dónde siempre nace una canción.
Frases picarescas en rebeldía
es tu historia mi poesía.
Estoy sentado, pero me levanto
no me cansé de tu encanto
sólo quiero abrazarte fuerte
no quiero pensar que puedo perderte.
Reliquia tus historias en la mente
tu aroma de experiencias sí se siente.
Orgullo de tenerte en mi poesía
ser tu nieto me da vida.
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Estoy sentado escuchándote
viejas historias de tu ayer.
Sonríes con ternura al recordar
cuántas cosas tienes por contar.
Soy feliz en tus palabras
me hacen volar, tienen alas.
Sonrío contigo en cada instante
sos mi todo, todo lo importante.
Tienes un libro en el corazón
dónde siempre nace una canción.
Frases picarescas en rebeldía
es tu historia mi poesía.
Estoy sentado, pero me levanto
no me cansé de tu encanto
sólo quiero abrazarte fuerte
no quiero pensar que puedo perderte.
Reliquia tus historias en la mente
tu aroma de experiencias sí se siente.
Orgullo de tenerte en mi poesía
ser tu nieto me da vida.
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
viernes, 9 de abril de 2010
Minicuentos POR KAPASULINOS
Este es un trabajo que realizamos en el taller en una de nuestras reuniones. Cada uno tenía que escribir tres mini-cuentos y elegir uno para ser publicados.
En el último ejercicio escribimos un minicuento todos juntos.
Para leer los minicuentos cliquear en Leer mas.
Minicuento por SUSANA
Sonó el despertador, eran las seis de la mañana, recordó que era domingo, lo apagó y siguió durmiendo.
Minicuento por CARLA.
Sofia jugaba en la hamaca. El viento rozaba sus cabellos. El hombre se acercó y la miró. No hubo vuelta atrás.
Minicuento por LISANDRO
Prendió un cigarro y los recuerdos se le hicieron ceniza. El cenicero se ensució de experiencia. Insiste en prender otro cigarro… Quiere consumir lo vivido.
Minicuento por NOELIA
Solía caminar en noches claras, rodeada de sombras empeñadas en acabar con sus pasos hasta despertar.
Minicuento por IVÁN
Es la ventana más triste que vi. A través de ella se ve el celeste del cielo, los rayos del sol entran como si nada, las mariposas se apoyan del lado de afuera.
Mejor compro una cortina. Una cortina bien oscura voy a comprar.
Minicuento por KAPASULINOS
El pintor vio como el rojo se fundía en el azul. La mezcla matizó su satisfacción al crear un tercer color. Recordando aquellos logros inalcanzables de toda su existencia, había descubierto ya tres colores ¿Habría de existir un cuarto color?
Necesitaba un nuevo elemento, decidió probar con su sangre.
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En el último ejercicio escribimos un minicuento todos juntos.
Para leer los minicuentos cliquear en Leer mas.
Minicuento por SUSANA
Sonó el despertador, eran las seis de la mañana, recordó que era domingo, lo apagó y siguió durmiendo.
Minicuento por CARLA.
Sofia jugaba en la hamaca. El viento rozaba sus cabellos. El hombre se acercó y la miró. No hubo vuelta atrás.
Minicuento por LISANDRO
Prendió un cigarro y los recuerdos se le hicieron ceniza. El cenicero se ensució de experiencia. Insiste en prender otro cigarro… Quiere consumir lo vivido.
Minicuento por NOELIA
Solía caminar en noches claras, rodeada de sombras empeñadas en acabar con sus pasos hasta despertar.
Minicuento por IVÁN
Es la ventana más triste que vi. A través de ella se ve el celeste del cielo, los rayos del sol entran como si nada, las mariposas se apoyan del lado de afuera.
Mejor compro una cortina. Una cortina bien oscura voy a comprar.
Minicuento por KAPASULINOS
El pintor vio como el rojo se fundía en el azul. La mezcla matizó su satisfacción al crear un tercer color. Recordando aquellos logros inalcanzables de toda su existencia, había descubierto ya tres colores ¿Habría de existir un cuarto color?
Necesitaba un nuevo elemento, decidió probar con su sangre.
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lunes, 29 de marzo de 2010
Noche Definitiva por Lisandro

El viento silbaba agudamente, dejándose oír por las rendijas de las persianas. Altamirano lo oía entre dormido. La agitación de sus ronquidos junto con el canto del viento se mezclaba en sonidos densamente espesos dentro de la habitación.
El ventilador seguía golpeando el aire produciendo molestias en Altamirano, este se levantó suavemente decidido a darle un fin al aparato, y así corrió la perilla hasta apagarlo. Las patas de la cama relincharon dando señal que el hombre volvió a acostarse.
No podía dormir bien, estaba ahogado, apretado y molesto en su mismo lugar. Suspiraba insatisfecho y quejoso, relinchando como un caballo, por no conseguir aunque sea un MINUTO de sueño, y resalto minuto porque cabe destacar que también las agujas del reloj se complotaron con hacer un recorrido abruptamente retumbando sobre el oído del mal dormido. Ni que hablar de los grillos con sus cánticos intolerables produciendo eco sobre las cuatro paredes.
Y así fue, por tanta desesperación, por no pegar ni un ojo, Altamirano se pegó un tiro.
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Lisandro E. Penazzo,
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