Que se calle el viento
que alguna vez irrumpió en mi vida.
Que despierte el silencio
que lo sobrepasé en tantos importunios.
Que mueran los secretos
aquellos que están en trance, entre el olvido y el recuerdo.
Que se esfumen los tormentos en cada palabra
que fluyan como las ideas, la sangre o el agua.
Y que no me quede nada
de todo lo irrescatable de los hechos.
Que la vida no sea vida
que la nada lo sea todo.
Que las razones no importen en el aire,
que del aire no espere más que fresco.
Que el viento vuele y me arrastre,
que la paz no exista y simplemente me pueda ir.
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martes, 27 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
Orgullo de tenerte... por Lisandro
A mi NONA querida!
Estoy sentado escuchándote
viejas historias de tu ayer.
Sonríes con ternura al recordar
cuántas cosas tienes por contar.
Soy feliz en tus palabras
me hacen volar, tienen alas.
Sonrío contigo en cada instante
sos mi todo, todo lo importante.
Tienes un libro en el corazón
dónde siempre nace una canción.
Frases picarescas en rebeldía
es tu historia mi poesía.
Estoy sentado, pero me levanto
no me cansé de tu encanto
sólo quiero abrazarte fuerte
no quiero pensar que puedo perderte.
Reliquia tus historias en la mente
tu aroma de experiencias sí se siente.
Orgullo de tenerte en mi poesía
ser tu nieto me da vida.
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Estoy sentado escuchándote
viejas historias de tu ayer.
Sonríes con ternura al recordar
cuántas cosas tienes por contar.
Soy feliz en tus palabras
me hacen volar, tienen alas.
Sonrío contigo en cada instante
sos mi todo, todo lo importante.
Tienes un libro en el corazón
dónde siempre nace una canción.
Frases picarescas en rebeldía
es tu historia mi poesía.
Estoy sentado, pero me levanto
no me cansé de tu encanto
sólo quiero abrazarte fuerte
no quiero pensar que puedo perderte.
Reliquia tus historias en la mente
tu aroma de experiencias sí se siente.
Orgullo de tenerte en mi poesía
ser tu nieto me da vida.
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Lisandro E. Penazzo,
Poesía
martes, 20 de abril de 2010
UN TRAGO DE DESPEDIDA por Carla Kowalski
- Me enteré de que se casa Pablo- dijo Inés tomando de las manos a Patricia.
Al principio Inés se asustó al no ver reacción alguna en su amiga, pero después la tuvo que sostener cuando su cuerpo se fue hacia el piso.
Las lágrimas goteaban en su rodilla.
Patricia sintió que el mundo la aplastaba contra el suelo, lo siguió sintiendo aunque Inés hacia horas que la había levantado y recostado en su cama.
- Después de tantos años se casa con otra- murmuraba.
Con los días se fue acostumbrando a la idea, aunque tenía la esperanza de que él la llamara, que se arrepintiera, que la eligiera.
Y como respuesta a todas sus plegarias, Pablo llamo:
- Hola, mi vida – dijo una voz masculina.
-¡Mi amor! ¡Mi amor! ¡Llamaste! Me dijeron algo horrible- le contó ella.
- Pará Pato, no digas nada… Te tengo que contar algo, perdona que lo haga por teléfono, pero creo que así nos evitamos una situación incómoda.
- ¿Entonces te casas? ¿Y me lo vas a decir por teléfono? ¿Después de haberte dado seis años de mi vida?- preguntó ofuscada.
- Escenas no, Patricia. Vos sabías que esto algún día iba a pasar, hace diez años que estoy con Alicia. Nunca te engañe-
- Si… pero… yo pensé… yo…- Patricia no podía emitir palabras, sentía que el pecho se le rompía, no podía aguantar el dolor, no podía creer que el amor de su vida se casara con otra. No podía creer que fuera tan hijo de puta.
Pablo, respiró hondo y le explicó:- Pato… Pato… perdóname, es que soy medio brusco para decir las cosas… ya me conoces, pero hay algo mas, ahora que me voy a casar, entenderás que no nos vamos a poder ver mas, es que me quiero poner las pilas…
- Entiendo- dijo Patricia con la cara empapada en lágrimas.
-Pero… en honor a nuestro amor… a todos estos años juntos, creo que nos deberíamos una despedida- Dijo Pablo soltando una risita.
Ella no contestó, quedó inmóvil, sosteniendo el teléfono, sin pestañar, con la vista fija en la pared.
- Ok, no me contestes ahora. Pensalo y llamame. Creo que nos merecemos una última noche juntos, brindar por todos estos años, sería como un trago de despedida ¿no? Pensalo. Chau, bebe.
Patricia colgó el teléfono, luego lo arrojó contra la pared. Tiro todo lo que tenia a su alcance, hasta se propuso arrancar el papel tapiz de la pared. Paró cuando descubrió el piso lleno de sangre. Luego se vio las manos.
Dos días antes de la boda, los amantes quedaron en verse en el departamento de soltero de Pablo. A pesar de los gritos y consejos de Inés, lo había llamado y aceptado su invitación de despedirse con una noche muy especial. Por única vez, un último encuentro.
Se vistió con un vestido ajustado negro, se pinto de rojo los labios y arregló su cabello para que parecieran desordenado. Dejo caer dos gotas de perfume en su escote.
Cuando llego al departamento, Pablo le sonrió e hizo un ademán para que ingrese.
Patricia observó detenidamente los detalles del ambiente: luces tenues, velas por doquier, música romántica. De sus ojos cayeron un par de lágrimas, pensó que quizás alguna vez la había querido.
- ¿Qué pasa mi vida? ¿Tomamos el champagne que trajiste? Que no te quiero ver con esa carita triste- La animaba él.
Patricia lo observaba, miraba su caminar, sus ojos, esa sonrisa fascinante…
Brindaron, tomaron casi toda la botella, él más que ella...
Y Patricia lo seguía mirando, a veces le sonreía cuando hacia una payasada, y le siguió sonriendo cuando lo vio agarrarse el estómago, cuando lo vio retorcerse del dolor.
Y cuando supo que estaba apunto de morir hablo: - ¿Vos no querías un trago de despedida? Yo no, corazón, nos vemos en el infierno.- Y se tomó el último trago con veneno.
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Al principio Inés se asustó al no ver reacción alguna en su amiga, pero después la tuvo que sostener cuando su cuerpo se fue hacia el piso.
Las lágrimas goteaban en su rodilla.
Patricia sintió que el mundo la aplastaba contra el suelo, lo siguió sintiendo aunque Inés hacia horas que la había levantado y recostado en su cama.
- Después de tantos años se casa con otra- murmuraba.
Con los días se fue acostumbrando a la idea, aunque tenía la esperanza de que él la llamara, que se arrepintiera, que la eligiera.
Y como respuesta a todas sus plegarias, Pablo llamo:
- Hola, mi vida – dijo una voz masculina.
-¡Mi amor! ¡Mi amor! ¡Llamaste! Me dijeron algo horrible- le contó ella.
- Pará Pato, no digas nada… Te tengo que contar algo, perdona que lo haga por teléfono, pero creo que así nos evitamos una situación incómoda.
- ¿Entonces te casas? ¿Y me lo vas a decir por teléfono? ¿Después de haberte dado seis años de mi vida?- preguntó ofuscada.
- Escenas no, Patricia. Vos sabías que esto algún día iba a pasar, hace diez años que estoy con Alicia. Nunca te engañe-
- Si… pero… yo pensé… yo…- Patricia no podía emitir palabras, sentía que el pecho se le rompía, no podía aguantar el dolor, no podía creer que el amor de su vida se casara con otra. No podía creer que fuera tan hijo de puta.
Pablo, respiró hondo y le explicó:- Pato… Pato… perdóname, es que soy medio brusco para decir las cosas… ya me conoces, pero hay algo mas, ahora que me voy a casar, entenderás que no nos vamos a poder ver mas, es que me quiero poner las pilas…
- Entiendo- dijo Patricia con la cara empapada en lágrimas.
-Pero… en honor a nuestro amor… a todos estos años juntos, creo que nos deberíamos una despedida- Dijo Pablo soltando una risita.
Ella no contestó, quedó inmóvil, sosteniendo el teléfono, sin pestañar, con la vista fija en la pared.
- Ok, no me contestes ahora. Pensalo y llamame. Creo que nos merecemos una última noche juntos, brindar por todos estos años, sería como un trago de despedida ¿no? Pensalo. Chau, bebe.
Patricia colgó el teléfono, luego lo arrojó contra la pared. Tiro todo lo que tenia a su alcance, hasta se propuso arrancar el papel tapiz de la pared. Paró cuando descubrió el piso lleno de sangre. Luego se vio las manos.
Dos días antes de la boda, los amantes quedaron en verse en el departamento de soltero de Pablo. A pesar de los gritos y consejos de Inés, lo había llamado y aceptado su invitación de despedirse con una noche muy especial. Por única vez, un último encuentro.
Se vistió con un vestido ajustado negro, se pinto de rojo los labios y arregló su cabello para que parecieran desordenado. Dejo caer dos gotas de perfume en su escote.
Cuando llego al departamento, Pablo le sonrió e hizo un ademán para que ingrese.
Patricia observó detenidamente los detalles del ambiente: luces tenues, velas por doquier, música romántica. De sus ojos cayeron un par de lágrimas, pensó que quizás alguna vez la había querido.
- ¿Qué pasa mi vida? ¿Tomamos el champagne que trajiste? Que no te quiero ver con esa carita triste- La animaba él.
Patricia lo observaba, miraba su caminar, sus ojos, esa sonrisa fascinante…
Brindaron, tomaron casi toda la botella, él más que ella...
Y Patricia lo seguía mirando, a veces le sonreía cuando hacia una payasada, y le siguió sonriendo cuando lo vio agarrarse el estómago, cuando lo vio retorcerse del dolor.
Y cuando supo que estaba apunto de morir hablo: - ¿Vos no querías un trago de despedida? Yo no, corazón, nos vemos en el infierno.- Y se tomó el último trago con veneno.
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viernes, 16 de abril de 2010
EL NAUFRAGO y EL PRÍNCIPE SIN GANAS por Susana
EL NÁUFRAGO
Un naufrago flotaba en el mar.
De pronto una medusa le dijo;
-Si me besas, te llevo a tierra.-
El naufrago asustado se negó.
Al otro día paso una tortuga horrible;
-Si me besas te rescato-
El naufrago con asco se negó.
Al vigésimo día pasó una sirena…
El naufrago la llamó…
-¡Si me llevas a tierra te doy un beso!-le ofreció.
La sirena lo miró, todo quemado por el sol y la salitre
-No gracias-respondió- solo beso hombres guapos…-
2º) Final.
-¡Ni loca!- respondió- Prefiero besar a un sapo…-
EL PRINCIPE SIN GANAS
Había una vez un príncipe encantado con capa corona y hermoso peinado.
Tenía un castillo, un reino, duendes, hadas y en el fondo del pecho un corazón pintado.
Y vino a pasar por el reino una princesa descalza, sin súbditos, ni corona y sin ninguna alhaja. Y en el fondo del pecho un corazón de lata.
Al ver al príncipe dijo; “Es lo que me hace falta”
Al verla el príncipe opinó; “Que fea eres muchacha”
Se termino la historia por falta de ganas.
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Un naufrago flotaba en el mar.
De pronto una medusa le dijo;
-Si me besas, te llevo a tierra.-
El naufrago asustado se negó.
Al otro día paso una tortuga horrible;
-Si me besas te rescato-
El naufrago con asco se negó.
Al vigésimo día pasó una sirena…
El naufrago la llamó…
-¡Si me llevas a tierra te doy un beso!-le ofreció.
La sirena lo miró, todo quemado por el sol y la salitre
-No gracias-respondió- solo beso hombres guapos…-
2º) Final.
-¡Ni loca!- respondió- Prefiero besar a un sapo…-
EL PRINCIPE SIN GANAS
Había una vez un príncipe encantado con capa corona y hermoso peinado.
Tenía un castillo, un reino, duendes, hadas y en el fondo del pecho un corazón pintado.
Y vino a pasar por el reino una princesa descalza, sin súbditos, ni corona y sin ninguna alhaja. Y en el fondo del pecho un corazón de lata.
Al ver al príncipe dijo; “Es lo que me hace falta”
Al verla el príncipe opinó; “Que fea eres muchacha”
Se termino la historia por falta de ganas.
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cuentos,
Maria Susana Ferreira
martes, 13 de abril de 2010
TALLER ABIERTO ABRIL '10
Como ya todos saben una vez por mes publicamos el trabajo de nuestras visitas.
En este caso nos visitan Gabriela Ledezma e Ignacio Reiva
A continuación encontrarán una pequeña reseña de cada uno, luego, para leer sus textos, cliqueen "leer mas".
Gabriela nos cuenta: Mi nombre es Gabriela Ledezma pero me gusta que me digan GABA, tengo 40 años y escribo desde los 12 años, tengo muchísimos escritos siempre me ha encantado, soy mexicana y vivo en el Estado de México. Hoy nos deleita con su texto Acéptame.
Ignacio Reiva nace en la provincia de Buenos Aires y de eso ya hace tanto tiempo que no se sabe el momento exacto. Empieza a leer en cuanto descubre los libros y sólo quita los ojos de las hojas para escribir. Es cuidador de 4 Blogs: http://polvodeltiempo.blogspot.com http://cuentosunos.blogspot.com http://pobresdenosotros.blogspot.com y http://gritosusurrado.blogspot.com
Hoy nos regala: Causas
ACEPTAME por Gabriela Ledezma
Acéptame, dame un si con el corazón en la mano, no me abandones, no huyas de tus sentimientos, dándole prioridad a la razón, si, si, ya lo sé y por lo mismo, tenemos derecho a equivocarnos, como humanos, alguna vez erramos, pero porque ahora que el destino vuelve a reencontrarnos no me aceptas y quieres regresar a la vida que construiste cuando nos alejamos.
Acéptame, dame un si con el corazón en la mano, no me abandones, no me destruyas,
sabes bien que un solo si, hará de mi al mejor ser humano, un no, en estos momentos será derrumbar todo lo bueno que pudo haber existido en mí.
Acéptame hoy y jamás, jamás volveré a alejarme de ti. Sabes; perdí la felicidad cuanto te fuiste hoy te pido una vez más. Acéptame, porque con tu aceptación jamás voy a volver a irme.
Gracias por aceptarme, eres todo para mí
CAUSAS por Ignacio Reiva
-¿Por qué me mato?... Porque quiero vivir.
La oreja del otro lado del teléfono pensaba para sus adentros que no podía estar pasándole esto. Un desconocido, a las dos de la mañana, lo llamaba para anunciarle, así como así, que se iba a matar. Con el insensato agravante de alegar como causa, sus ganas de vivir.
-Usted piense, decía, la libertad es una utopía encarcelada. La gente ha decidido no pensar ¿Se imagina lo que eso significa para un artista? Vivir sin libertad y relegando la inteligencia.
La bostezante víctima de la suerte insinuó un aha, casi mudo.
-Uno compone un réquiem y la gente lo baila en nombre de la estúpida alegría New Age sin contenido. Uno pinta la pasión y se convierte en etiqueta de salsa de tomates, si escribe un pensamiento, le responden por la calle con una frase hecha y desgastada. Así no hay arte que aguante, el arte estaba hecho para los hombres y los hombres lo rechazan. Es más, usted debe estar pensando ¿Por qué no se mata de una vez y me deja dormir? Porque tampoco me entiende, nadie me entiende.
Un nuevo aha, mezclado con bostezo y hartazgo, volvió a interrumpir el monólogo del suicida, que una vez terminado el sonido, arremetió nuevamente.
-Si partimos de la base de que la libertad les molesta, de que nadie sabe qué hacer con ella; que prefieren escuchar la música que les imponen escuchar; que jamás persiguen un libro agotado. Se saben imposibilitados de razonamientos trascendentes y profundos y por eso adoptan religiones y filosofías de velas y sales de baño. Caminan incapaces de saber hacia dónde se dirigen e, incluso, el por qué caminan. Fíjese usted qu..
La paciencia de quien escuchaba pareció agotarse y con una carga excesiva de furia contenida y sueño acumulado interrumpió diciendo.
-Escuche: evidentemente este mundo no es para usted, ni siquiera para ser artista, si es que usted es algo de eso, así que haga lo que tenga que hacer pero sin molestar a los demás. Y colgó el auricular
El suicida temblando decidió hacer lo que tenía que hacer, ahora sabía que debía hacerlo, no había opción, así que tomó papel y lápiz y escribió.
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En este caso nos visitan Gabriela Ledezma e Ignacio Reiva
A continuación encontrarán una pequeña reseña de cada uno, luego, para leer sus textos, cliqueen "leer mas".
Gabriela nos cuenta: Mi nombre es Gabriela Ledezma pero me gusta que me digan GABA, tengo 40 años y escribo desde los 12 años, tengo muchísimos escritos siempre me ha encantado, soy mexicana y vivo en el Estado de México. Hoy nos deleita con su texto Acéptame.
Ignacio Reiva nace en la provincia de Buenos Aires y de eso ya hace tanto tiempo que no se sabe el momento exacto. Empieza a leer en cuanto descubre los libros y sólo quita los ojos de las hojas para escribir. Es cuidador de 4 Blogs: http://polvodeltiempo.blogspot.com http://cuentosunos.blogspot.com http://pobresdenosotros.blogspot.com y http://gritosusurrado.blogspot.com
Hoy nos regala: Causas
ACEPTAME por Gabriela Ledezma
Acéptame, dame un si con el corazón en la mano, no me abandones, no huyas de tus sentimientos, dándole prioridad a la razón, si, si, ya lo sé y por lo mismo, tenemos derecho a equivocarnos, como humanos, alguna vez erramos, pero porque ahora que el destino vuelve a reencontrarnos no me aceptas y quieres regresar a la vida que construiste cuando nos alejamos.
Acéptame, dame un si con el corazón en la mano, no me abandones, no me destruyas,
sabes bien que un solo si, hará de mi al mejor ser humano, un no, en estos momentos será derrumbar todo lo bueno que pudo haber existido en mí.
Acéptame hoy y jamás, jamás volveré a alejarme de ti. Sabes; perdí la felicidad cuanto te fuiste hoy te pido una vez más. Acéptame, porque con tu aceptación jamás voy a volver a irme.
Gracias por aceptarme, eres todo para mí
CAUSAS por Ignacio Reiva
-¿Por qué me mato?... Porque quiero vivir.
La oreja del otro lado del teléfono pensaba para sus adentros que no podía estar pasándole esto. Un desconocido, a las dos de la mañana, lo llamaba para anunciarle, así como así, que se iba a matar. Con el insensato agravante de alegar como causa, sus ganas de vivir.
-Usted piense, decía, la libertad es una utopía encarcelada. La gente ha decidido no pensar ¿Se imagina lo que eso significa para un artista? Vivir sin libertad y relegando la inteligencia.
La bostezante víctima de la suerte insinuó un aha, casi mudo.
-Uno compone un réquiem y la gente lo baila en nombre de la estúpida alegría New Age sin contenido. Uno pinta la pasión y se convierte en etiqueta de salsa de tomates, si escribe un pensamiento, le responden por la calle con una frase hecha y desgastada. Así no hay arte que aguante, el arte estaba hecho para los hombres y los hombres lo rechazan. Es más, usted debe estar pensando ¿Por qué no se mata de una vez y me deja dormir? Porque tampoco me entiende, nadie me entiende.
Un nuevo aha, mezclado con bostezo y hartazgo, volvió a interrumpir el monólogo del suicida, que una vez terminado el sonido, arremetió nuevamente.
-Si partimos de la base de que la libertad les molesta, de que nadie sabe qué hacer con ella; que prefieren escuchar la música que les imponen escuchar; que jamás persiguen un libro agotado. Se saben imposibilitados de razonamientos trascendentes y profundos y por eso adoptan religiones y filosofías de velas y sales de baño. Caminan incapaces de saber hacia dónde se dirigen e, incluso, el por qué caminan. Fíjese usted qu..
La paciencia de quien escuchaba pareció agotarse y con una carga excesiva de furia contenida y sueño acumulado interrumpió diciendo.
-Escuche: evidentemente este mundo no es para usted, ni siquiera para ser artista, si es que usted es algo de eso, así que haga lo que tenga que hacer pero sin molestar a los demás. Y colgó el auricular
El suicida temblando decidió hacer lo que tenía que hacer, ahora sabía que debía hacerlo, no había opción, así que tomó papel y lápiz y escribió.
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Taller Abierto
viernes, 9 de abril de 2010
Minicuentos POR KAPASULINOS
Este es un trabajo que realizamos en el taller en una de nuestras reuniones. Cada uno tenía que escribir tres mini-cuentos y elegir uno para ser publicados.
En el último ejercicio escribimos un minicuento todos juntos.
Para leer los minicuentos cliquear en Leer mas.
Minicuento por SUSANA
Sonó el despertador, eran las seis de la mañana, recordó que era domingo, lo apagó y siguió durmiendo.
Minicuento por CARLA.
Sofia jugaba en la hamaca. El viento rozaba sus cabellos. El hombre se acercó y la miró. No hubo vuelta atrás.
Minicuento por LISANDRO
Prendió un cigarro y los recuerdos se le hicieron ceniza. El cenicero se ensució de experiencia. Insiste en prender otro cigarro… Quiere consumir lo vivido.
Minicuento por NOELIA
Solía caminar en noches claras, rodeada de sombras empeñadas en acabar con sus pasos hasta despertar.
Minicuento por IVÁN
Es la ventana más triste que vi. A través de ella se ve el celeste del cielo, los rayos del sol entran como si nada, las mariposas se apoyan del lado de afuera.
Mejor compro una cortina. Una cortina bien oscura voy a comprar.
Minicuento por KAPASULINOS
El pintor vio como el rojo se fundía en el azul. La mezcla matizó su satisfacción al crear un tercer color. Recordando aquellos logros inalcanzables de toda su existencia, había descubierto ya tres colores ¿Habría de existir un cuarto color?
Necesitaba un nuevo elemento, decidió probar con su sangre.
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En el último ejercicio escribimos un minicuento todos juntos.
Para leer los minicuentos cliquear en Leer mas.
Minicuento por SUSANA
Sonó el despertador, eran las seis de la mañana, recordó que era domingo, lo apagó y siguió durmiendo.
Minicuento por CARLA.
Sofia jugaba en la hamaca. El viento rozaba sus cabellos. El hombre se acercó y la miró. No hubo vuelta atrás.
Minicuento por LISANDRO
Prendió un cigarro y los recuerdos se le hicieron ceniza. El cenicero se ensució de experiencia. Insiste en prender otro cigarro… Quiere consumir lo vivido.
Minicuento por NOELIA
Solía caminar en noches claras, rodeada de sombras empeñadas en acabar con sus pasos hasta despertar.
Minicuento por IVÁN
Es la ventana más triste que vi. A través de ella se ve el celeste del cielo, los rayos del sol entran como si nada, las mariposas se apoyan del lado de afuera.
Mejor compro una cortina. Una cortina bien oscura voy a comprar.
Minicuento por KAPASULINOS
El pintor vio como el rojo se fundía en el azul. La mezcla matizó su satisfacción al crear un tercer color. Recordando aquellos logros inalcanzables de toda su existencia, había descubierto ya tres colores ¿Habría de existir un cuarto color?
Necesitaba un nuevo elemento, decidió probar con su sangre.
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martes, 6 de abril de 2010
Un segundo y medio. Por Noelia.
Presurosa salió a su encuentro.
Abrumada por sus propios sentimientos y expectativas, con el corazón golpeándola en el pecho en posición de escape a cualquiera de las fuerzas naturales. Se podía sentir el aire húmedo y agitado saliendo de su dibujada boca de cerezas.
Sin interrupciones a su paso decidido, levantando el polvo del suelo con sus pies descalzos, acostumbrados a la rusticidad del aquel suelo que la sintió nacer.
Se plantó en seco al verlo bajar con el bolso en las manos, con el rostro cansado, los hombros caídos y una imperceptible gota recorriéndole la cara, disimuladamente borrada con la manga de un traje azul gastado.
El tiempo lo había cambiado, no se parecía en nada a aquel hombre que corría al alzarla en brazos para jugar con Miranda, cuando sus labios tenían una risa y un brillo propios, y ahora a penas esbozaba una triste sonrisa.
No alcanzó a pensar en los motivos del cambio irreversible que se avecinaba, pero supo desde aquel momento, que las cosas no volverían a ser como antes, que no volvería a ver reír a su padre. Leer más...
Abrumada por sus propios sentimientos y expectativas, con el corazón golpeándola en el pecho en posición de escape a cualquiera de las fuerzas naturales. Se podía sentir el aire húmedo y agitado saliendo de su dibujada boca de cerezas.
Sin interrupciones a su paso decidido, levantando el polvo del suelo con sus pies descalzos, acostumbrados a la rusticidad del aquel suelo que la sintió nacer.
Se plantó en seco al verlo bajar con el bolso en las manos, con el rostro cansado, los hombros caídos y una imperceptible gota recorriéndole la cara, disimuladamente borrada con la manga de un traje azul gastado.
El tiempo lo había cambiado, no se parecía en nada a aquel hombre que corría al alzarla en brazos para jugar con Miranda, cuando sus labios tenían una risa y un brillo propios, y ahora a penas esbozaba una triste sonrisa.
No alcanzó a pensar en los motivos del cambio irreversible que se avecinaba, pero supo desde aquel momento, que las cosas no volverían a ser como antes, que no volvería a ver reír a su padre. Leer más...
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Noelia Arizaga,
Relatos
viernes, 2 de abril de 2010
NO VA A LLOVER HASTA OCTUBRE (parte2) por Iván
Paso a informarles que antes de leer este post debe leer con anterioridad la primera parte. Les dejo el link;
http://literariokapasulino.blogspot.com/2010/03/no-va-llover-hasta-octubre-parte1-por.html
A mi entender es bastante llevadero.Saludos y espero les agrade.
Quiero agradecer al Galán del barrio por avisarme de los errores anteriores (que ya corregí), thanks dude.
Las pinturas (3era parte)
Llegamos al primer cajón, estaba perforado por todos lados, incluso salpicado de tierra, señal que varios cañonazos cercanos pero no certeros lo habrían inquietado. A este cajón tampoco lo había notado. Procedí a levantarle la tapa, toda la troupe se asomó a curiosear, esperaban ver ahí un colador humano. Acurrucado en su interior había un joven de casi unos veinte años, se ocultaba tras un lienzo; Estaba vivo pero muerto de miedo, no habría los ojos y no dejaba de temblar. Estaba muy pálido, tan blanco como la sal.
-Joven, si no pinta nada, no le pagaré.- Dijo el General
Todos los demás presentes miraron a otro lado, la vergüenza ajena nos invadió, ¡Cuanta falta de tacto y desconsideración!, el pobre pibe sufría en un estado de shock, tal vez una neurosis de guerra (en esa época no se había acuñado el término pero cuando lo escuche por primera vez, no hice más que recordar al pobre mozalbete acongojado en ese rincón)
-Tal vez cuando se recomponga, pintará… de seguro la batalla le asustó.- Dijo el más normal de los cajetillas que se habían bajado de las “carrozas”.
Seguimos caminando como unos cien metros más, hasta lo que para Luna y para mí era el tercer cajón, para los demás era el segundo, dentro de la caja no había nadie, el pintor se había acomodado con su atril bajo un ceibo a pintar y felizmente daba pinceladas. Totalmente opuesto al joven, este demente parecía haber disfrutado de la sangrienta batalla.
Nos acercamos por detrás, sin ánimo de cortarle su inspiración; notó nuestra presencia se dio vuelta y sonrió. Sin más volvió a pintar.
El General se le acercó miró el cuadro unos segundos y se volvió hacia el grupo de acompañantes y dijo: - Una obra con una calidad impresionante.-
-Impresionante.- dijo Cardozo y siguió tomando nota.
El pintor nos miro y volvió a sonreír, pero el General tenía en su rostro un gesto entre duda y decepción
¿Dónde exactamente estaría yo ahí?-
-Usted no va a aparece en la pintura.-Respondió el pintor
-¡¿Cómo que no voy a aparecer!?- Gritó ofuscado, lanzando un golpe al aire. – ¡¿Para qué se les paga a los pintores si no hacen nada o hacen lo que quieren!?.- La cara se la había puesto roja, las venas del cuello se le habían hinchado demasiado.
Hubo un silencio incomodo. Hasta los heridos y amputados se tapaban la boca para no gritar de dolor. Todos mirando atentos a la situación.
-El dinero que le daré a cada uno de ustedes es equivalente al costo de cinco cañones.-
Luna me susurró al oído:-Son quince cañones, en total hubiésemos tenido cuarenta y dos.-
-Se hubiesen rendido de seguro, no sería necesario tal despilfarro de vidas.- Respondí.
Cardozo nos estuvo leyendo los labios y anotando nuestros diálogos, lo pesqué de reojo. Me incliné hacia Luna y le dije: - A ese lo fondeamos en la laguna.-
-El demente pintor (que no media con que déspota se enfrentaba) dijo orgulloso:- Entienda que tengo grabada en mi mente una escena, la escena más importante de la batalla. Y esa imagen no se borrará.-
-Usted me pinta o lo hago estaquear.-el General se dio vuelta y se marchó; Por mi parte me quedé con mi hombre de confianza a ver las pinceladas, realmente esta persona tenía un don. El cuadro aun sin terminar ya era bueno.
-¿Cual es esa imagen que tiene grabada en la cabeza? ¿Esa que le da tanta inspiración?- Pregunté sutilmente.
-“El final”, la última bala que disparó un gran tirador, que es ese joven.- Dijo señalando hacia las catreras de los enfermos.
-Felipe.-Dije con poco gana.
-Ven acércate joven. Te voy a retratar.- Felipe dudaba, el pintor agrego:-No falló un tiro, es el soldado perfecto.-
-Miré… el General detesta por no decir que odia a Felipe, no lo puede retratar… él no debería estar aquí.-
-¿Por qué no?-
-Por qué no tiene todas las bochas en el juego. ¿Me explico? Si se entera el viejo este, nos hacen estaquear a los tres.-
-¿Por qué no pintás mejor al viejo disparando la última bala y te dejas de joder?-
-Al General lo voy a pintar así de chiquito (haciendo un gesto con los dedos), en un rincón y bien feo lo voy a hacer.-
Estaba asustado, me veía venir una estaqueada de una semana. De repente me pregunté qué habrá sido del General y su sequito. Recordé que a ellos les faltaba ver al último de los artistas, el francés. Si se enteraban de seguro me fusilaban por acumulación de merito.
Corrí tanto como pude y me acerqué sigilosamente. Estaban todos los antes mencionados y más, ¿quiénes? No sabían en ese momento. Pero se encontraban hablando a unos veinte metros del cajón del francés. En ese momento supuse que: todo era una bomba de tiempo. Por lo bajo, rece un padrenuestro. Cardozo lo codeó a Lynch y me señalo con un movimiento corto de cabeza.
Los oligarcas y el negro Betún (4ta parte)
El General habló un rato con un señor muy refinado: Don Juan Uribe Parodi. Era alguien que estaba muy interesado en esta batalla, pues de ganarse la posición compraría esas tierras “limítrofes” a muy bajo costo sin generar sospechas.
-No olvide General… que yo fui a la Gobernación y pague con diez cañones toda esta zona, pero no me compré todos los cadáveres, ni toda esta sangre.- Dije el Titiritero del Gobierno.
-Si, es verdad, deme tiempo para que limpien todo, lo dejaremos impecables.-
-No vayan a enterrar a nadie en este suelo. Del otro lado de la laguna tal vez.- Todos casualmente sincronizados giraron sus cabezas hacia la laguna. A lo que agregó:- En el invierno empezamos a armar los establos y traeremos el ganado para principio de verano. El veintiuno de julio quiero todo impecable.-
El General asintió con una sonrisa.
-Y por favor quite esas letrinas o hágalas quemar.- Dijo señalando al habitáculo artístico del francés.
-¡Esas no son letrinas!, ahí dentro, hice poner tres pintores a retratar nuestra victoria.- Dijo el General a lo que agregó:
-Vayamos a ver que pintó.-
-Se tenía fe.- Dijo el hacendado.
Y nos acercamos en fila india, según el rango o aspiraciones de carácter personal.
Todos rieron, perdón reímos; Fue una risa notoriamente de compromiso, hasta Felipe se hubiera dado cuenta.
-¿Tres pintores ahí adentro?, ¿Tres personas en dos metros cuadrados?-, -En una manufacturera está bien, pero son artistas merecen mejor trato.- Dije este tal Uribe, que cada segundo transcurrido lo quería estrangular más por entendidas razones.
Entre Luna y Cardozo levantaron la tapa y como era evidente no había nadie, solo el lienzo dibujado en carbonilla.
-¿¡Que paso acá!?- Preguntó Lynch que hasta ese momento solo sonreía.
-Usted debería saberlo, usted no me informó nunca de esto y encima no se hizo responsable.- Aproveché con vileza la situación.
-¿Que sabe Usted de esto?- Le interrogó el General enojado.
-Nada. Yo no estaba- Dijo asustado, y yo sonreí por lo bajo.
-¿Que sabe Usted?- Me preguntó bruscamente y se me fue la sonrisa de la cara, me puse pálido.
-Nada.-Dije muy confiado de mi mentira, pero sabiendo que tenía patas cortas.
-¿¡Nada!? ¿Pero si Usted estuvo aquí?- Volvió a la carga. La tortilla se había dado vuelta, ahora yo estaba abajo.
-Si pero… Haciendo cosas más importantes.-
-¿Mas importantes? ¿Otra vez tengo que repetir que no hay cosas más importante que esto!, Miré el papelón que me hace pasar frente a personalidades tan importantes.- Me miró con resignada bronca.
Nadie dijo nada, el silencio se cortó cuando a en ese momento a lo lejos, un grupo de entre ocho o diez llegaron al trote cantando felizmente. El grupo se acercó, eran soldados a mi cargo, traían a una persona atada a un palo como jabalí.
-Un desertor.- aseguró Lynch
-Seguramente lo tiene merecido.- Dijo Cardozo.
Su rostro era irreconocible, su ropa también, había sido golpeado y azotado al viejo estilo romano. Entre tantos moretones y tanta sangre no se reconocían ni los ojos ni los labios. Entre todos se adelantó un soldado negro apodado Betún, (alguien que medía casi siete pies, ciento veinte kilos de puro músculos hechos de levantar medias reses en el saladero) quien dijo con orgullo:-Ya aprendió a no escaparse del Sargento.- Luego mostro sus temibles nudillos llenos de sangre.
Le susurré a Luna en el oído:- El Francés, la puta madre, me van a estaquear.-
Solo respondió:-¡Sacrebleu!
El flácido cuerpo del francés no podía ni moverse, solo pensaba que Betún no dijera nada, nadie había reconocido al pintor. Con Luna le hacíamos gestos de que no hablara más. Pero no fue él quien habló si no la lengua del magullado francés, que parecía inconsciente pero no lo estaba.
-Balbucea tonterías.-Dije quitándole importancia.
El señor Uribe se acerca y dice: -Es el pintor, me está diciendo que es el pintor y que le pegaron.-
El General se acerca a Betún y le interroga, (era cabeza y media más alto que Él): -¿Usted bestia salvaje golpeó al artista?.-
Y lo señalo; Creyendo que era algo bueno: asintió con orgullo y mostrando sus blancos dientes.-
-Y dígame… ¿De qué Sargento supuestamente se escapaba?-
El Negro me señalo, estaba más frito que un huevo, también lo señalo a mi hombre de confianza. Pobre Luna yo lo metí en esto.
-A Usted parece que le gusta mentir.- Y me señalo furioso. – ¿¡Que van a decir en Francia! ¡Qué van a decir en Europa!?-
Se acerca El tal Uribe Parodi: -Sabe usted que yo tengo arreglado la venta a Francia de mil cabezas equinas y mil cabezas vacunas faenadas al año. Mire si se enteran de la brutalidad de nuestros actos. De que somos más barbaros que Atila. Una vergüenza lo que puede pasar si este hombre va a la corte o al parlamento o lo que sea, allá en Paris y cuenta de usted y sus hombres. Puede ser una catástrofe. -
En esos segundos que duraron horas para mi, por no decir días. El general interrumpe ordenando:-Al francés que lo fusilen, diremos que se ahogo en un rio.-
-Que lo fusilen pero no en mi campo.- Acotó el Oligarca U.P.
-Y al negro- No recuerdo quien preguntó.
-No me gustan los negros, que lo fusilen también con el francés.-Dijo el Generalísimo.
- ¿Y el soldado Felipe Retamar?- Acotó Cardozo, que se la tenía guardada, seguro estaba anotado en esa libreta de mierda.
-Ese subnormal fue desterrado del batallón. Se le prohibió permanecer.- dijo el General sorprendido. Cardozo le susurró algo a su sargento. Lynch al oír el mensaje da un paso al frente y con frialdad dice:- Tengo información exacta y confiable que ese engendro que se hace llamar “Felipe el tirador” esta bajo las órdenes del Sargento Aguirre.- El General se gira hacia mi persona y sorprendido me dice: -Te las sabes todas Aguirre ¿eh? Se dio media vuelta:- Bueno Usted con Luna, solos claro está.- Se van a encargar de limpiar lo que fue el campo de batalla, después veré.-
De abril a octubre (Quinta y última parte)
Mientras cargábamos los ya hediondos cadáveres a una carreta para ir a enterrarlos a unas dos leguas y volver para hacer lo mismos con los otros miles, no pude mirarlo a Luna a los ojos, no sabía cómo disculparme, ese castigo era en gran parte culpa mía.
Cuando volvíamos de enterrar los primeros veinte, a lo lejos vemos a dos personas acostadas y a una sentada en un banquito.
El que estaba sentado era Cardozo, los otros (que estaban estaqueados) eran Felipe y el pintor demente.
-¿Que haces acá vos?-Pregunté
-Me han designado a cuidar de estas personas.-
-Ponete ya a cargar finados por que la próxima tumba es para vos.- No dudó en dar una mano. Lo miraba con bronca, Luna mejor ni cuento, nunca vi tanto odio en una mirada.
Cuando casi terminamos de cargar la segunda carreta Luna se detiene y dice: -Cuando llueve ese cañadón (señalándolo, cerca había una zanja que juntaba agua del campo e iba para un arroyo próximo) se hace de una correntada bárbara. Si tiramos los cuerpos ahí den por hecho que terminan en el Océano. Ahora es un hilo de agua pero después se desborda todo.
-Imposible.-Dijo Cardozo, ambos los miramos con mala cara. Lo notó, fue por eso que agregó de inmediato: -La temporada de lluvias ya paso. No va a llover hasta octubre.-
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A mi entender es bastante llevadero.Saludos y espero les agrade.
Quiero agradecer al Galán del barrio por avisarme de los errores anteriores (que ya corregí), thanks dude.
Las pinturas (3era parte)
Llegamos al primer cajón, estaba perforado por todos lados, incluso salpicado de tierra, señal que varios cañonazos cercanos pero no certeros lo habrían inquietado. A este cajón tampoco lo había notado. Procedí a levantarle la tapa, toda la troupe se asomó a curiosear, esperaban ver ahí un colador humano. Acurrucado en su interior había un joven de casi unos veinte años, se ocultaba tras un lienzo; Estaba vivo pero muerto de miedo, no habría los ojos y no dejaba de temblar. Estaba muy pálido, tan blanco como la sal.
-Joven, si no pinta nada, no le pagaré.- Dijo el General
Todos los demás presentes miraron a otro lado, la vergüenza ajena nos invadió, ¡Cuanta falta de tacto y desconsideración!, el pobre pibe sufría en un estado de shock, tal vez una neurosis de guerra (en esa época no se había acuñado el término pero cuando lo escuche por primera vez, no hice más que recordar al pobre mozalbete acongojado en ese rincón)
-Tal vez cuando se recomponga, pintará… de seguro la batalla le asustó.- Dijo el más normal de los cajetillas que se habían bajado de las “carrozas”.
Seguimos caminando como unos cien metros más, hasta lo que para Luna y para mí era el tercer cajón, para los demás era el segundo, dentro de la caja no había nadie, el pintor se había acomodado con su atril bajo un ceibo a pintar y felizmente daba pinceladas. Totalmente opuesto al joven, este demente parecía haber disfrutado de la sangrienta batalla.
Nos acercamos por detrás, sin ánimo de cortarle su inspiración; notó nuestra presencia se dio vuelta y sonrió. Sin más volvió a pintar.
El General se le acercó miró el cuadro unos segundos y se volvió hacia el grupo de acompañantes y dijo: - Una obra con una calidad impresionante.-
-Impresionante.- dijo Cardozo y siguió tomando nota.
El pintor nos miro y volvió a sonreír, pero el General tenía en su rostro un gesto entre duda y decepción
¿Dónde exactamente estaría yo ahí?-
-Usted no va a aparece en la pintura.-Respondió el pintor
-¡¿Cómo que no voy a aparecer!?- Gritó ofuscado, lanzando un golpe al aire. – ¡¿Para qué se les paga a los pintores si no hacen nada o hacen lo que quieren!?.- La cara se la había puesto roja, las venas del cuello se le habían hinchado demasiado.
Hubo un silencio incomodo. Hasta los heridos y amputados se tapaban la boca para no gritar de dolor. Todos mirando atentos a la situación.
-El dinero que le daré a cada uno de ustedes es equivalente al costo de cinco cañones.-
Luna me susurró al oído:-Son quince cañones, en total hubiésemos tenido cuarenta y dos.-
-Se hubiesen rendido de seguro, no sería necesario tal despilfarro de vidas.- Respondí.
Cardozo nos estuvo leyendo los labios y anotando nuestros diálogos, lo pesqué de reojo. Me incliné hacia Luna y le dije: - A ese lo fondeamos en la laguna.-
-El demente pintor (que no media con que déspota se enfrentaba) dijo orgulloso:- Entienda que tengo grabada en mi mente una escena, la escena más importante de la batalla. Y esa imagen no se borrará.-
-Usted me pinta o lo hago estaquear.-el General se dio vuelta y se marchó; Por mi parte me quedé con mi hombre de confianza a ver las pinceladas, realmente esta persona tenía un don. El cuadro aun sin terminar ya era bueno.
-¿Cual es esa imagen que tiene grabada en la cabeza? ¿Esa que le da tanta inspiración?- Pregunté sutilmente.
-“El final”, la última bala que disparó un gran tirador, que es ese joven.- Dijo señalando hacia las catreras de los enfermos.
-Felipe.-Dije con poco gana.
-Ven acércate joven. Te voy a retratar.- Felipe dudaba, el pintor agrego:-No falló un tiro, es el soldado perfecto.-
-Miré… el General detesta por no decir que odia a Felipe, no lo puede retratar… él no debería estar aquí.-
-¿Por qué no?-
-Por qué no tiene todas las bochas en el juego. ¿Me explico? Si se entera el viejo este, nos hacen estaquear a los tres.-
-¿Por qué no pintás mejor al viejo disparando la última bala y te dejas de joder?-
-Al General lo voy a pintar así de chiquito (haciendo un gesto con los dedos), en un rincón y bien feo lo voy a hacer.-
Estaba asustado, me veía venir una estaqueada de una semana. De repente me pregunté qué habrá sido del General y su sequito. Recordé que a ellos les faltaba ver al último de los artistas, el francés. Si se enteraban de seguro me fusilaban por acumulación de merito.
Corrí tanto como pude y me acerqué sigilosamente. Estaban todos los antes mencionados y más, ¿quiénes? No sabían en ese momento. Pero se encontraban hablando a unos veinte metros del cajón del francés. En ese momento supuse que: todo era una bomba de tiempo. Por lo bajo, rece un padrenuestro. Cardozo lo codeó a Lynch y me señalo con un movimiento corto de cabeza.
Los oligarcas y el negro Betún (4ta parte)
El General habló un rato con un señor muy refinado: Don Juan Uribe Parodi. Era alguien que estaba muy interesado en esta batalla, pues de ganarse la posición compraría esas tierras “limítrofes” a muy bajo costo sin generar sospechas.
-No olvide General… que yo fui a la Gobernación y pague con diez cañones toda esta zona, pero no me compré todos los cadáveres, ni toda esta sangre.- Dije el Titiritero del Gobierno.
-Si, es verdad, deme tiempo para que limpien todo, lo dejaremos impecables.-
-No vayan a enterrar a nadie en este suelo. Del otro lado de la laguna tal vez.- Todos casualmente sincronizados giraron sus cabezas hacia la laguna. A lo que agregó:- En el invierno empezamos a armar los establos y traeremos el ganado para principio de verano. El veintiuno de julio quiero todo impecable.-
El General asintió con una sonrisa.
-Y por favor quite esas letrinas o hágalas quemar.- Dijo señalando al habitáculo artístico del francés.
-¡Esas no son letrinas!, ahí dentro, hice poner tres pintores a retratar nuestra victoria.- Dijo el General a lo que agregó:
-Vayamos a ver que pintó.-
-Se tenía fe.- Dijo el hacendado.
Y nos acercamos en fila india, según el rango o aspiraciones de carácter personal.
Todos rieron, perdón reímos; Fue una risa notoriamente de compromiso, hasta Felipe se hubiera dado cuenta.
-¿Tres pintores ahí adentro?, ¿Tres personas en dos metros cuadrados?-, -En una manufacturera está bien, pero son artistas merecen mejor trato.- Dije este tal Uribe, que cada segundo transcurrido lo quería estrangular más por entendidas razones.
Entre Luna y Cardozo levantaron la tapa y como era evidente no había nadie, solo el lienzo dibujado en carbonilla.
-¿¡Que paso acá!?- Preguntó Lynch que hasta ese momento solo sonreía.
-Usted debería saberlo, usted no me informó nunca de esto y encima no se hizo responsable.- Aproveché con vileza la situación.
-¿Que sabe Usted de esto?- Le interrogó el General enojado.
-Nada. Yo no estaba- Dijo asustado, y yo sonreí por lo bajo.
-¿Que sabe Usted?- Me preguntó bruscamente y se me fue la sonrisa de la cara, me puse pálido.
-Nada.-Dije muy confiado de mi mentira, pero sabiendo que tenía patas cortas.
-¿¡Nada!? ¿Pero si Usted estuvo aquí?- Volvió a la carga. La tortilla se había dado vuelta, ahora yo estaba abajo.
-Si pero… Haciendo cosas más importantes.-
-¿Mas importantes? ¿Otra vez tengo que repetir que no hay cosas más importante que esto!, Miré el papelón que me hace pasar frente a personalidades tan importantes.- Me miró con resignada bronca.
Nadie dijo nada, el silencio se cortó cuando a en ese momento a lo lejos, un grupo de entre ocho o diez llegaron al trote cantando felizmente. El grupo se acercó, eran soldados a mi cargo, traían a una persona atada a un palo como jabalí.
-Un desertor.- aseguró Lynch
-Seguramente lo tiene merecido.- Dijo Cardozo.
Su rostro era irreconocible, su ropa también, había sido golpeado y azotado al viejo estilo romano. Entre tantos moretones y tanta sangre no se reconocían ni los ojos ni los labios. Entre todos se adelantó un soldado negro apodado Betún, (alguien que medía casi siete pies, ciento veinte kilos de puro músculos hechos de levantar medias reses en el saladero) quien dijo con orgullo:-Ya aprendió a no escaparse del Sargento.- Luego mostro sus temibles nudillos llenos de sangre.
Le susurré a Luna en el oído:- El Francés, la puta madre, me van a estaquear.-
Solo respondió:-¡Sacrebleu!
El flácido cuerpo del francés no podía ni moverse, solo pensaba que Betún no dijera nada, nadie había reconocido al pintor. Con Luna le hacíamos gestos de que no hablara más. Pero no fue él quien habló si no la lengua del magullado francés, que parecía inconsciente pero no lo estaba.
-Balbucea tonterías.-Dije quitándole importancia.
El señor Uribe se acerca y dice: -Es el pintor, me está diciendo que es el pintor y que le pegaron.-
El General se acerca a Betún y le interroga, (era cabeza y media más alto que Él): -¿Usted bestia salvaje golpeó al artista?.-
Y lo señalo; Creyendo que era algo bueno: asintió con orgullo y mostrando sus blancos dientes.-
-Y dígame… ¿De qué Sargento supuestamente se escapaba?-
El Negro me señalo, estaba más frito que un huevo, también lo señalo a mi hombre de confianza. Pobre Luna yo lo metí en esto.
-A Usted parece que le gusta mentir.- Y me señalo furioso. – ¿¡Que van a decir en Francia! ¡Qué van a decir en Europa!?-
Se acerca El tal Uribe Parodi: -Sabe usted que yo tengo arreglado la venta a Francia de mil cabezas equinas y mil cabezas vacunas faenadas al año. Mire si se enteran de la brutalidad de nuestros actos. De que somos más barbaros que Atila. Una vergüenza lo que puede pasar si este hombre va a la corte o al parlamento o lo que sea, allá en Paris y cuenta de usted y sus hombres. Puede ser una catástrofe. -
En esos segundos que duraron horas para mi, por no decir días. El general interrumpe ordenando:-Al francés que lo fusilen, diremos que se ahogo en un rio.-
-Que lo fusilen pero no en mi campo.- Acotó el Oligarca U.P.
-Y al negro- No recuerdo quien preguntó.
-No me gustan los negros, que lo fusilen también con el francés.-Dijo el Generalísimo.
- ¿Y el soldado Felipe Retamar?- Acotó Cardozo, que se la tenía guardada, seguro estaba anotado en esa libreta de mierda.
-Ese subnormal fue desterrado del batallón. Se le prohibió permanecer.- dijo el General sorprendido. Cardozo le susurró algo a su sargento. Lynch al oír el mensaje da un paso al frente y con frialdad dice:- Tengo información exacta y confiable que ese engendro que se hace llamar “Felipe el tirador” esta bajo las órdenes del Sargento Aguirre.- El General se gira hacia mi persona y sorprendido me dice: -Te las sabes todas Aguirre ¿eh? Se dio media vuelta:- Bueno Usted con Luna, solos claro está.- Se van a encargar de limpiar lo que fue el campo de batalla, después veré.-
De abril a octubre (Quinta y última parte)
Mientras cargábamos los ya hediondos cadáveres a una carreta para ir a enterrarlos a unas dos leguas y volver para hacer lo mismos con los otros miles, no pude mirarlo a Luna a los ojos, no sabía cómo disculparme, ese castigo era en gran parte culpa mía.
Cuando volvíamos de enterrar los primeros veinte, a lo lejos vemos a dos personas acostadas y a una sentada en un banquito.
El que estaba sentado era Cardozo, los otros (que estaban estaqueados) eran Felipe y el pintor demente.
-¿Que haces acá vos?-Pregunté
-Me han designado a cuidar de estas personas.-
-Ponete ya a cargar finados por que la próxima tumba es para vos.- No dudó en dar una mano. Lo miraba con bronca, Luna mejor ni cuento, nunca vi tanto odio en una mirada.
Cuando casi terminamos de cargar la segunda carreta Luna se detiene y dice: -Cuando llueve ese cañadón (señalándolo, cerca había una zanja que juntaba agua del campo e iba para un arroyo próximo) se hace de una correntada bárbara. Si tiramos los cuerpos ahí den por hecho que terminan en el Océano. Ahora es un hilo de agua pero después se desborda todo.
-Imposible.-Dijo Cardozo, ambos los miramos con mala cara. Lo notó, fue por eso que agregó de inmediato: -La temporada de lluvias ya paso. No va a llover hasta octubre.-
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